FIESTA

De los niños inocentes en Antiguo Cuscatlán

María de Baratta

En este lugar histórico y legendario del glorioso Señorío de Cuscatlán, que fue sede del cacicazgo de Atlacatl, se celebraba todos los años, el 27 de diciembre, la fiesta tradicional del pueblo: "Los Niños Inocentes".

La festividad de los Niños Inocentes, data de la época colonial, y era celebrada con gran pompa por una cofradía integrada por capitanas, mayores y tenances. La fiesta duraba cuatro días, en los cuales había derroche de supremas alegrías. Antiguamente entre este pueblo y el cantón de la Puerta de La Laguna, a la vera del camino viejo, estaba el valle de "El Chorizo" y cerca el primitivo cementerio. Se le llama ahora "Antiguo Cuscatlán" por haber otro cantón del reinado de nuestros caciques y del último Atlacatl, señor de Cuscatlán.

Sus habitantes se dedicaban a la industria panelera, por lo cual habían diseminados por ese lugar, varios trapiches primitivos de madera. El primer ingenio funcionó en la Loma de Montecristo; lo montón el acaudalado señor Francisco Bogen, quien fue uno de los primeros dueños de las propiedades.

A esta fiesto de los Niños Inocentes, podríamos llamarla arcaica, por lo antigua, data desde que los conquistadores introdujeron los ritos católicos en el pueblo más viejo de Cuscatlán.

Allí se celebraron las ceremonias de los ritos sagrados por nuestros abuelos los indios, cuyas ramas se distienden hacia el cielo como protesta, levantando su copa protectora para arrullar bajo su sombra, los vestigios de nuestra raza brava y legendaria.
Raza altiva, indomable todavía, a través de la evolución de los tiempos.

La alcaldía está instalada en un pequeño portal hacia el rumbo sur; frente a la ceiba de la plaza está la antigua iglesita de humilde estilo colonial, y al lado derecho o sea hacia el norte, se encuentra la Cofradía del pueblo.

Poco a poco van llegando las andas de Los Niños Dioses, pintorescamente adornadas. Son muchas! De todos los lugares cercanos llegan: Monserrate, Huizúcar, El Espino, La Ceiba, La Sultana, Colón, Santa Tecla, Zaragoza, Las Piletas, Puerta de La Laguna, etc...etc. Siguen llegando. Vienen los carritos adornados con ofrendas y exvotos de papel y cera, que pregonan la fe del indio y a humilde devoción. Cada niño Dios que llega, es recibido con cohetes, repiques, y el pito y el tambor tocan a cada uno un son diferente. A uno el Son del Gigante, a otro el Son de Las Cuchilladas, etc. Cuando todos han llegado, hay un rezo en la iglesia con himnos y alabados que a voluntad sueltan los devotos hincados frente al altar.

Después sale la Procesión del Carro, con ángeles vivos, acompañado por el numeroso desfiles de andas de todos los Niños Dioses que han llegado. Dan la vuelta por las vereditas que circundan el pueblo, entre la arboleda espesa y en lo alto de la colina. A lo lejos resuena un eco trágico y frenético, la ronca percusión del tambor y, de vez en cuando, el viento estira hasta nosotros la doliente melodía del pito... que se esfuerza sin embargo en sonar alegre....

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