RECUERDOS. Julia Isabel Argueta, junto a su segundo hijo, Stanley Roberto Moreira, muestra el álbum familiar donde aparece su esposo, el sargento Romel Moreira, quien se encuentra destacado en Iraq. Unión familiar fortalecida por la distancia

La esposa del sargento Romel Moreira cree que la distancia ha fortalecido su relación, pero le ha puesto una dura prueba.

Extraño su cariño

El hijo mayor del sargento Moreira aseguró que lo que más extrañará de su papá en esta Navidad será el cariño que le da. “Él nos quiere mucho”, dijo.































 

 

 

 

 

 

Esporádicas llamadas

Las llamadas de Walter Barrientos a su familia son cada ocho o 15 días, dependiendo de si tiene a la mano tarjetas para llamar por teléfono.


















 


 


Angustia permanente

El ataque al campamento del batallón Cuscatlán, semanas atrás, sometió a las familias de los salvadoreños a una situación extrema de angustia.

 


El hijo mayor del sargento Moreira aseguró que lo que más extrañará de su papá en esta Navidad será el cariño que le da. “Él nos quiere mucho”, dijo.

Julia Isabel Argueta pasará la Nochebuena sólo en compañía de sus dos hijos: Romel Alexander, de seis años, y Stanley Roberto, de uno. A pesar de que tiene familia en San Miguel y en San Salvador, ha decidido esperar la Nochebuena en la colonia en la que vive, en Apopa.

“Mi esposo aquí me dejó, aquí voy a estar, aquí me va a hallar esperándolo”, dijo la esposa del sargento Romel Neftalí Moreira, destacado en la ciudad de Nayaf, Iraq.

La familia de este oficial se enfrenta a una nueva prueba. Ya tuvo que sortear la primera en septiembre pasado, cuando Moreira sufrió un accidente de tránsito en Nayaf, mientras patrullaba junto a compañeros del batallón Cuscatlán.

Con la voz entrecortada, y en un esfuerzo titánico porque sus hijos no la noten triste, Julia continúa: “A mí lo que me da más tristeza es que yo sé que él por ratos se desespera y se siente triste. Lo mismo me pasa a mí. Estar separados ha sido una prueba muy difícil, pero la esperanza tiene que estar en Dios”, se reconforta.

Para entonces, las lágrimas ya han brotado de sus ojos. Intenta calmarse y toma del brazo al más pequeño de sus hijos, a Stanley Roberto, de apenas un año 10 meses.

“Es bien difícil estar sin su apoyo, él siempre ha procurado no estar fuera en estas fechas, por eso voy a extrañar todo”, explica.

El jueves pasado se comunicó por última vez con su esposo. La conversación fue breve, sobre todo porque el soldado quería guardar parte de lo disponible en su tarjeta telefónica para poder llamar en Navidad. Julia extraña no sólo al padre de sus hijos, extraña al esposo y al amigo. “Bien dicen que el dinero no lo es todo. A nosotros no nos falta nada, recibimos el dinero, pero a los niños les falta su papá y a mí me falta mi apoyo.”

El domingo pasado, 21 de diciembre, Julia sufrió una tristeza que cree será similar a la de la noche del 24. No pudo abrazar a su compañero de vida y felicitarlo. Romel cumplió 33 años de edad en Iraq.

En familia para sentir menos la ausencia

La familia Barrientos vive en Sonsonate y ahora se ha trasladado a Ahuachapán, donde otros familiares, para, con su compañía, intentar paliar el vacío que les ha dejado Walter Mauricio Barrientos, destacado en Iraq desde hace cuatro meses.

Su esposa Daysi y sus dos hijos, de nueve y seis años, esperan con ansiedad el regreso del jefe de su hogar.

Antes tendrán que pasar por la melancolía de una Navidad diferente. “Nada va a ser igual. Imagínese si todos los días nos hace falta, cómo nos vamos a sentir en esta fecha que es tan familiar”, explica la esposa del oficial.

La noche del 24 la familia Barrientos esperará todo el tiempo necesario a que Walter se comunique con ellos, para sentir que está en su lugar de trabajo, como en años anteriores y no tan lejos, en Iraq. “Él me dice que tenemos que estar contentos, que tenemos que celebrar, pero eso no será tan fácil sin él.”

Hace dos días, la familia recibió una carta desde Iraq. Walter se había tomado el tiempo para escribir a su esposa, y también una carta especial para sus hijos.


“Ojalá cumplan y ellos regresen en febrero”

El cabo William Pérez dejó, al partir hacia Iraq, a su esposa, Marta Ilena Vega, y a sus dos hijos, de cuatro y un año.

A estas alturas, la desesperación ha invadido a Marta, quien siente que de aquí a febrero, fecha en que les han prometido que su esposo regresará de Iraq, falta una eternidad.

“Yo creo que de las familias que estamos en esta situación, no hay quién no se sienta triste.”

Ella y sus hijos pasarán la Navidad con la mamá de William, para tratar de acompañarse mutuamente.

“Si no estuviera en peligro sería diferente”

La angustia más grande la vivieron apenas unas semanas atrás, cuando se conoció que el campamento que alberga al batallón Cuscatlán había sufrido un atentado.

“Cuando pasan cosas así, uno no puede saber de inmediato si ellos están bien. Después, él me habló y yo me tranquilicé, pero ya quiero que regresen. Ojalá cumplan y ellos vengan en febrero.”