TODOS A KARBALA. Camiones y camionetas atestadas de creyentes chiitas se dirigen a Karbala para celebrar el Shabaniya, que conmemora el nacimiento del doceavo imán Elmehdi. Nayaf inundada de miles de peregrinos hacia Karbala

Carlos Dada/Enviado especial en Iraq

El Shabaniya, una fiesta chiita, reúne a 8 millones de personas a sólo 80 kilómetros de Nayaf. Un líder religioso aprovecha para criticar la coalición.
   


Octubre 11. No se puede pasar. Miles de carros están parados en la carretera que lleva de Nayaf a Karbala, bajo un sol implacable y polvo por todos lados.

Llevan banderas verdes, negras y rojas, y se dirigen, todos, a celebrar el Shabaniya o la fiesta del nacimiento del profeta Elmehdi. Los años anteriores, bajo la mirada represiva de Sadam Husein, cinco millones de chiitas hacían el peregrinaje. Este año, según las autoridades locales, entre 8 y 10 millones de personas podrían inundar Karbala en las próximas horas.

Llevan varios días peregrinando. Pasan por Kufa, donde se encuentra la mezquita de Elmehdi y la casa del imán Alí, y después a Nayaf, para visitar la mezquita sagrada. Entonces emprenden el camino a Karbala.

Por la noche Nayaf está vacía, todos se han marchado a la celebración, que comenzó ayer a las 9 de la noche y terminará en dos días.

El batallón Cuscatlán y la Policía militar estadounidense han puesto puntos de control en el camino que une a Kufa con Nayaf, y las fuentes de inteligencia temen que tal cantidad de gente sirva como escenario para algún otro atentado. Los polacos, a cuyo cargo está Karbala, están en alerta máxima.


“Los que hablan español sí”

A medio camino entre Nayaf y Karbala, varias tiendas de campaña sirven de estaciones de descanso, en las cuales a los peregrinos se les ofrece sombra, agua, hielo y frutas frescas.

Khader Asani, un agricultor de Nayaf, ha instalado una de estas tiendas. Les da agua, y se van dejándole bendiciones, porque no cobra un centavo. “Alá me dará más bendiciones por ayudar a mis hermanos”, dice. “Ahora que ha caído Sadam las cosas son mejores, pero los pobres son pobres. Eso no ha cambiado”, reflexiona.

En medio de esta festividad, los hispanoamericanos de la Plus Ultra pueden estar más tranquilos que quienes los precedieron, los estadounidenses. Los soldados centroamericanos rompen con un paisaje de desierto, batas blancas y turbantes, pero a Asani no le molestan los infieles. “Éstos son de los que hablan español. Con los salvadoreños y los españoles tenemos una buena relación. Nos respetan. No teníamos una buena relación con los estadounidenses”, dice.

Los peregrinos siguen pasando. Elmehdi, el duodécimo descendiente de Mahoma un día, cerca de donde ahora se ha instalado el batallón Cuscatlán, desapareció para siempre. Los musulmanes creen que está vivo y permanece oculto por órdenes divinas hasta que haya paz para todos.

La mezquita de Elmehdi está muy cerca de Camp Baker, la sede del Cuscatlán, pero los chiitas van a Karbala a celebrar ante la tumba del profeta Husayn, hijo de Alí, y autoflagelarse lamentando haberlo dejado morir.


Ataque a la coalición

Abu Alí me ha servido de guía nuevamente. Me lleva a la casa del imán Alí, en Kufa, para verla desde afuera. “No podemos entrar, porque sos un infiel”, me dice.

Aquí, en Kufa, la casa de Alí está justo frente a una mezquita en la que predica otro de los dirigentes espirituales del chiismo, Muktada al Sader, y del que no pocos sospechan que está detrás del bombazo de septiembre en Nayaf, que mató a un centenar de personas, incluido el ayatolá que era entonces el máximo líder chiita.

Ayer, sus seguidores repartieron por toda la ciudad la última prédica del líder. “¿Qué les ha pasado a los seguidores de Jesucristo? ¿Por qué no quieren la paz?”, decía la carta. “Están ocupando nuestro país. Nuestra tierra está tomada, nuestros caballos enterrados, nuestra independencia es incompleta y nuestras creencias insultadas.”

La carta, si bien llama a la reconciliación, es dura contra la coalición. “Ustedes creen que estas guerras llevan a la paz. Ustedes creen que están salvando al mundo, pero se convertirán en los maestros de un mundo en el que exista una gran distancia entre los oprimidos y ustedes... queremos paz y hermandad y no guerra y destrucción, y asesinatos y que insulten nuestros lugares sagrados.”

Aquí, en el santuario de los chiitas, los líderes religiosos son las personas más poderosas. Aunque hoy Nayaf y Kufa estarán tranquilas, pues todos han ido a Karbala.