Carlos Dada/Enviado
INSULTOS. A pesar de que hubo insultos altisonantes contra las tropas extranjeras, en esta ciudad la marcha fue pacífica. No así en la cercana Karbala, donde al menos 10 soldados de E.U.A. han sido asesinados.
La “humilde” casa de Mukhtada
Nuestro corresponsal, Carlos Dada, describe cómo vive Al Sadr, quien ha cobrado notoriedad en los últimos días por sus amenazas a la coalición.
   


Nayaf, Iraq. La residencia del clérigo musulmán Mukhtada al Sadr está junto a una escuela que abrió su padre. Las paredes están resquebrajadas y a la entrada hay un pequeño rótulo oxidado con la foto de Mohamed al Sadr, su progenitor. Basta echar una breve mirada alrededor para notar que uno está rodeado de guardias armados. Unos en la calle, otros en el techo del hospital privado que se encuentra al otro lado de la calle y otros más en los techos de las casas aledañas.

Se entra por una pequeña puerta que da a un patio, también pequeño. Arriba, en dos terrazas, más guardias armados vigilan celosamente la entrada.

Para poder ingresar es necesario pasar por tres revisiones de guardias de seguridad vestidos de civil y un detector manual de metales. Entonces se topa uno con un laberinto de estrechas escaleras y cuartos, todos llenos de más gente armada y algunos religiosos afines al líder musulmán. Es una fortaleza disfrazada de humilde casa. Y fue aquí, frente a esta puerta, donde una patrulla salvadoreña se vio rodeada por sus milicias hace una semana.

Mukhtada al Sadr, el incendiario líder musulmán que ha cobrado notoriedad en las últimas semanas, y que ha advertido a las tropas salvadoreñas de no seguir apoyando a la coalición liderada por Estados Unidos, sabe perfectamente dónde vive. Y sabe también que está agitando aguas turbulentas. Ha dicho que su destino es morir, pero al juzgar por su protección está haciendo todo lo posible para que no le adelanten el viaje.


 

ACAC