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Nayaf vuelve a la calma tras manifestaciones religiosas En las últimas horas, las patrullas salvadoreñas han regresado con el mismo reporte: “sin novedad”. |
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Nayaf, Iraq. Todos están extrañados. Después de una tumultuosa semana que incluyó varias muertes en Karbala, manifestaciones en Nayaf y hasta advertencias de un líder religioso contra las tropas salvadoreñas,
la zona chiita ha vivido una calma que tiene sorprendidos a todos los contingentes apostados aquí. “Está tan calmado que nos preocupa”, dice un mayor salvadoreño que pidió el anonimato. “No sabemos qué estén tramando.” Desde hace cuatro días, Camp Baker vive con la tranquilidad reflejada en los rostros sonrientes de las patrullas estadounidenses y la cancha de voleibol llena de jugadores y hasta público. Y cada vez que una de las patrullas salvadoreñas recorre la ciudad regresa con el mismo reporte: “sin novedad”. Los soldados parecen estarse cansando de la rutina, y la frase más común es ahora “ya me está aburriendo esta onda”. De la seguridad que llevaba el nuevo dinero a los bancos, las patrullas salvadoreñas han pasado a la seguridad del convoy que ha recogido el dinero viejo, el de Sadam. Pero no es sólo el campamento. La ciudad ha cambiado de ritmo por uno más lento. Se ven pocos automóviles en las calles y hasta el mercado central de Nayaf parece vacío, comparado con los días de tumulto en que es imposible transitar por sus pasillos sin ser atropellado por algún comprador. Ayer las tiendas estaban casi tristes y el suelo aún sucio, pero lejos de las montañas de basura que suelen caracterizar sus esquinas. También en la mezquita Hasta la mezquita del imán Alí, el centro religioso más importante de los chiitas y que atrae peregrinos de todo el mundo, está excepcionalmente vacía. Unos cuantos fieles ingresan ordenados por la única puerta abierta, previo registro de guardias armados, y adentro la plazuela está igual. “Estos días no ha venido mucha gente”, dice uno de los centinelas del templo. Se nota. Hay pocos en la plazuela interna y pocos también adentro, en ese maravilloso palacio de oro, plata, mármol y vidrio que es el templo del imán Alí. La esquina del bombazo, como le llaman al lugar en el que explotó hace casi dos meses un coche bomba que terminó con la vida del clérigo chiita Mohamed Hakim al Baqer, está tranquila. Pocos transeúntes circulan con toda normalidad frente a los escombros de las tiendas que se pasó llevando la explosión, y que todavía no han sido reconstruidas. La ciudad está tan calmada que una patrulla del batallón Cuscatlán hasta se dio el lujo, hace tres días, de ir al mercado, justo junto a la mezquita. Algo impensable hace dos semanas. La aparente calma sólo fue rota por el concierto de balazos que inunda la ciudad todos los miércoles, jueves y viernes, a manera de celebraciones nupciales. Pero hoy es viernes, día de oraciones, día de los mensajes de Alí Sistani, en Nayaf, y de Mukhtada al Sadr en Kufa. |
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