[ OPINIÓN ]
Malas noticias desde Nayaf

Carlos Dada / Editor Mundo
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Un oficial salvadoreño que se encuentra en Iraq me envió un mensaje a través de su esposa: “Dice que entre los españoles muertos está ése con el que usted hablaba mucho”. No, no tanto. Mucho menos de lo que me habría gustado.

Nunca supe que era espía, y mucho menos el alto nivel que tenía dentro del CNI. Compartimos la mesa un par de veces, y otras más conversamos en los pasillos de la oficina de asuntos civiles que los españoles tienen en Camp Baker. Manejaba información, y la compartía, no sé hasta qué grado, con un oficial de inteligencia del batallón Cuscatlán.

A mí me llamaba la atención su manera serena de reflexionar sobre la realidad y los peligros en Nayaf.

Hasta hace tres semanas, la última vez que lo vi, estaba consciente de que la situación estaba políticamente muy tensa, pero confiaba en que no llegaría a los estallidos de violencia que se han visto en casi todas las ciudades iraquíes.

Por supuesto, Nayaf se estaba convirtiendo ya en la ciudad clave de Iraq, como lo es hoy. Y en eso coincidíamos, a diferencia de algunos de sus compañeros y de varios oficiales salvadoreños que pensaban, o querían hacerme creer, que en Nayaf no pasaba nada.

Ahora que han muerto en una emboscada los encargados de inteligencia en Nayaf y sus sustitutos, la misión de los soldados salvadoreños se complica, y mucho.

Sobre todo en una ciudad que vive en un frágil equilibrio entre el poder religioso moderado y los llamados de clérigos radicales a oponerse a la ocupación, y cuyos actos son determinantes para el resto de Iraq.

Los movimientos de los religiosos y de los grupos armados, ahora se sabe, eran seguidos de cerca por Alberto Martínez y Luis Zanón.