Llamadas de alivio
Ruth Melany Cruz/Blanca Abarca
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Al menos tres familias de igual cantidad de soldados heridos en Nayaf están más tranquilas, luego del sobresalto del domingo. Ya oyeron las voces de sus seres queridos por teléfono, pero la incertidumbre los acecha.

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Tras la noticia, la llamada en directo

La esposa y la mamá del soldado David Cortez no han necesitado moverse desde su natal Santo Domingo de Guzmán, en Sonsonate, para tener noticias de primera mano sobre la condición de salud de su ser querido.

“Un grupo de militares vino a la casa el fin de semana. Nos informaron que mi hijo resultó herido en un ataque, pero que ya está fuera de peligro”, comenta doña Virgina Cortez, madre del paracaidista de 24 años, quien originalmente iba a viajar en el primer contingente del batallón Cuscatlán. Sin embargo, su envío fue postergado debido a un problema con su pasaporte.

A la visita oficial al hogar de los Cortez precedieron dos llamadas telefónicas realizadas desde Iraq por el mismo David. “Mi hijo habló. Lo escuché. Me dio sentimiento y me puse mal”, dice doña Virginia, mientras recuerda las angustias que también pasó con sus otros dos hijos que estuvieron en el batallón Belloso y el Comando de Ingenieros.

En la breve comunicación con su hijo en Iraq, la señora asegura que le pidió que no se afligiera, ya que sólo se trataba de un pequeño roce de bala en su pie.

“Lo hirieron en la pierna derecha”, explica Zelmi Lorena, esposa del soldado. “Ya está bien. Dice que lo operaron, que le sacaron un plomo y que está fuera de peligro”, agrega la joven, mientras sostiene al pequeño Carlos, de cinco meses, y vigila a sus otros hijos de seis y tres años.

La madre sólo pide a Dios que “saque a su hijo con bien y que le permita no sentir todo el tiempo que falta para que regrese al país”.


“Dicen que ya está fuera de peligro”

El teléfono de Milagro Ramírez sonó ayer como a las 9 de la mañana en Nahulingo, Sonsonate. Una voz con acento extranjero se escuchó del otro lado del auricular. Un locutor de una radioemisora panameña saludó y le dio la mejor noticia que puede recibir una madre angustiada. Su hijo, el paracaidista José Esteban Ramírez, está bien. El militar resultó herido tras un ataque al batallón Cuscatlán. “Me dijeron que lo han localizado, que está fuera de peligro, que le van a dar de alta y que van a tratar de comunicarme con él”, comentó la señora.

En la tarde, una comitiva del Comando de Paracaidistas llegó a la casa de doña Milagro. “Su hijo está fuera de peligro. Está en la base”, reiteraron oficialmente.

El mensaje tranquiliza a doña Milagro, quien tras enterarse del ataque al batallón Cuscatlán toma té para mantener la calma.

En similar condición de estrés se encuentra la compañera de vida del soldado, Estela del Carmen Linares, de 20 años, quien tiene tres meses de embarazo y se las ingenia para aplacar la curiosidad de su hija de cuatro años, Carmen Yamileth. “¿Y mi papi cuándo va a venir?”, indaga inocentemente mientra juega con un retrato.

Desde que el soldado José Esteban partió a Iraq sólo se ha comunicado en una ocasión, el 14 de febrero.

Doña Milagro, quien quedó viuda en junio del año pasado, ha estado tentada de telefonear a su hijo destacado en Iraq. “Pero cada minuto cuesta 12 dólares. De dónde. Muy caro”, explica la señora, con un asomo de lágrimas en sus ojos.


“No somos nadie para que lo traigan”

Feliciano Echeverría deja escapar unas palabras pausadas y entrecortadas. Su voz es débil. La incertidumbre sube hasta su garganta y se refleja en su cara. Él no sabe nada de su hijo herido en Nayaf, Carlos Enrique Echeverría Vides. Su único consuelo es que sólo fue herido el fin de semana pasado en los enfrentamientos que el batallón Cuscatlán tuvo con milicianos chiitas.

Ayer por la mañana fue hasta el Comando de Fuerzas Especiales para que le dieran información del estado de salud de su hijo. Se enteró por el periódico que estaba en la lista de heridos.

Corrió con poca suerte. El comandante Eduardo Morales Mendoza le notificó que su hijo estaba estable, pero no le supo detallar en qué parte de su cuerpo estaba herido.

“Para mí es bastante duro saber que está herido y lejos, es un miembro de mi familia. Cuando me dijo que estaba en la lista para ir a Iraq, le dije que si podía que no fuera”, relató Echeverría.

El cabo herido tiene 22 años y tres de estar en las Fuerzas Especiales, dice Feliciano sin comprometerse con las fechas. Su mente no daba para mucho, y menos para hacer las cuentas entre 11 hijos que tiene.

Militares que visitan a los familiares de los heridos, encabezados por Morales Mendoza, lo trasladaron hasta el caserío el Triunfo, en San José Perulapía, de donde es originario. La casa es de bahareque, la calle de acceso es de polvo. Él sólo pide una cosa: “Me gustaría que lo trajeran, pero no somos quiénes para que lo traigan”, dice.


Soldado resulta herido con esquirlas

“Ayer (lunes) a las 6:20 de la mañana de aquí me llamó para decirme que estaba herido. Lo sentí triste, como queriéndome dar ánimos”, relata Adela de Villatoro, esposa del sargento Rogelio Villatoro Suárez, quien resultó herido en el hombro izquierdo con esquirlas durante el enfrentamiento en Nayaf.

A las 12:45, del mismo día, sonó de nuevo el teléfono en la casa de los Villatoro. “A esa hora ya me pudo decir los detalles de la herida, pero que no le diera importancia”, continuó su relato la mujer.

Ayer le dieron de alta al sargento y regresó a la base donde está el batallón salvadoreño, donde festejaron su regreso.

A falta de información oficial en El Salvador, las noticias llegaron a la casa de esta familia directas de Nayaf.

Los tres hijos del sargento, que tienen entre cinco y diez años, se sentaron ayer frente a la sicóloga que envió la Fuerza Armada, y contestaron sus preguntas entre sollozos.

“Yo había tratado de mantenerlos al margen, y no sabían que su papá estaba herido. Ayer se preocuparon”, dijo De Villatoro.

A ella le inquieta que su esposo no le haya dado más detalles de lo ocurrido en el lugar, y que él reste importancia al incidente ocurrido el domingo.

Además hizo una petición: “Necesito agregarle algo. Quiero pedirle que nos ayuden para que regresen”. Recordó que su esposo cumple 39 años en tres días, y exclamó con tristeza: “¿Cómo le puedo decir que tenga un feliz cumpleaños?”.