DE GUATEMALA. Los 155 soldados que regresaron la madrugada de ayer a El Salvador habían salido 36 horas antes de Kuwait, pero su última escala, imprevista, la hicieron en Guatemala, debido a la intensa tormenta que azotaba la noche del lunes.

“Yo sobreviví en Iraq”
Alexis Henríquez/Amadeo Cabrera
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Los restantes 219 militares tienen previsto llegar hoy. Todos gozarán de una licencia de 30 días.


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Siete meses en Nayaf

Nunca nadie habló de que los soldados del segundo grupo estarían fuera siete meses. Siempre se dijo seis. Pero del 2 de febrero al 31 de agosto fueron 211 días de los que el batallón Cuscatlán no salió indemne.

El contingente, integrado inicialmente por 380 hombres, participó en tareas de patrullaje, de reconstrucción y de asistencia humanitaria a la población.

La tropa sufrió la baja mortal del soldado Natividad Méndez Ramos, el 4 de abril pasado, luego de que una patrulla fue atacada por milicianos chiitas.

El combate causó también heridas en cinco soldados , que luego retornaron a El Salvador.

El batallón había suspendido, desde el 5 de agosto, su ayuda humanitaria y las tareas de reconstrucción en Nayaf debido a los intensos combates entre las milicias de Muqtada al Sadr y las fuerzas de Estados Unidos.

Regresaron bajo un cielo gris, luciendo uniforme café, distintos a los verdes con que partieron el 2 de febrero pasado a una misión de seis meses que al final duró siete. Se les esperaba a las 6 de la tarde del lunes en la Segunda Brigada Aérea, en Comalapa, pero la tormenta los retrasó nueve horas.

Los primeros 115 soldados del batallón Cuscatlán II, compuesto en un inicio por 380 soldados, arribaron ayer a las 3:10 de la madrugada. Los restantes 219 militares tienen previsto llegar mañana.

Descendieron del avión civil, fletado por Estados Unidos, con sus mochilas en los hombros, un cansancio en el rostro y un par de guitarras sujetadas por el mástil. Uno de ellos bajó abrazando la bandera azul y blanco de El Salvador. Otros modelaron el estandarte de Iraq, donde estuvieron 200 días.

La tropa fue recibida en tierra por el subjefe del Estado Mayor, general de brigada Carlos Cáceres. “Los soldados vienen de lo más animosos por su trabajo realizado y por estar de nuevo en casa”, dijo.

El cansancio era de esperar después de un viaje de 36 horas que los llevó a cuatro naciones distintas entre Kuwait y El Salvador.

Del emirato kuwaití, donde habían llegado de la ciudad iraquí de Nayaf, volaron hacia Italia, de ahí a Islandia, luego pasaron por Maine, Estados Unidos, y finalmente algo que no estaba programado, tocar tierra guatemalteca, debido a las condiciones meteorológicas de El Salvador la noche del lunes.

El encuentro familiar

Los soldados, esos que tuvieron que sufrir la muerte de un soldado en abril pasado, fueron sometidos a un chequeo médico de rutina antes de ir al Comando de Fuerzas Especiales (CFE), donde los esperaban sus parientes.

Los soldados descendieron de los camiones y esperaron en formación el saludo del ministro de Defensa, Otto Romero. El protocolo terminó, rompieron filas y entonces se desataron lágrimas, abrazos y risas.

Por cortesía del Ejército, se sirvió a unos y otros en la cafetería de la base militar huevos, frijoles fritos, queso y pan francés. En pocos minutos salían de la base con sus maletas y sus familias. Algunos, con camisetas que hablaban por sí solas sobre la misión que tuvieron: “Yo sobreviví en Iraq”, decía el estampado en la espalda.


“Dos meses va a cumplir ”

El sargento primero José Aristides Guardado continuará de guardia en su hogar: el militar tiene ahora que cuidar a la pequeña Elizabeth Guadalupe, de un mes y 22 días de nacida.

El suboficial dejó a su esposa, Irene de Guardado, con cuatro meses de embarazo cuando partió rumbo a Iraq. “Dos meses va a cumplir. Estoy contento de estar con mi esposa y mis hijas”, dice el militar, padre de otras dos hijas.

“Estoy feliz porque Dios me lo devolvió con bien”, confiesa la esposa del militar mientras éste tiene en brazos a la pequeña . “Allá estuvimos ayudando a la gente pobre con poco; pero lo hacíamos de corazón”, recuerda el militar.


Gallina india por huevos y frijoles fritos

El soldado José Alfonso Zelada “despreció” los frijoles fritos, el huevo estrellado y el queso que le ofrecía el Comando de Fuerzas Especiales como su primer desayuno en tierra salvadoreña en siete meses. En su lugar recibió una gallina india asada que su madre le había preparado.

“Allá en Iraq uno extraña la gallina india... a mí me gusta”, dice el militar, mientras devora una pierna del animal y su madre, Mercedes, cuchillo en mano, prepara la ensalada.

“Antes de irme comí también gallina india asada”, recuerda el soldado, que no para de degustar un desayuno poco usual, mientras sus colegas hacen uno más tradicional.