Un soplo de vida robótica
La creación de los personajes de Transformers requirió de un amplio equipo de trabajo que, divididos en diferentes áreas, lograron dar vida a los gigantes mecanizados.
Aunque ahora ya estamos acostumbrados a las figuras que cambian de forma y se convierten en otra —después de 23 años del nacimiento de los Transformers parece que la idea está bastante bien interiorizada—, eso no quiere decir que hacer a los robots era del todo fácil.
Saber en qué o cuál lugar debe ir cada una de las piezas para que parezca creíble la transformación que vemos en la gran pantalla requirió de un selecto grupo de diseñadores conocedores del mundo de la informática.
Industrial Light & Magic (ILM), empresa del conocido director George Lucas, se vio inundada por currículos de diseñadores, que de paso son fanáticos de estos personajes, para trabajar en el proyecto cuando escucharon de él.
Scott Benza, el supervisor de la producción dijo, en las notas de producción del filme, que “tener la oportunidad de trabajar con estos juguetes fue un sueño hecho en realidad”. Benza tiene un largo historial de películas como “Héroes fuera de órbita”, “Pearl Harbor”, “Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto”, “Misión: imposible III”, “La guerra de las galaxias, episodio III: La venganza de los sith” y “Hulk”, entre otras.
Una vez conformado el grupo de expertos se dividió en varias áreas de trabajo. Primero los artistas más conceptuales se dieron a la tarea de idear los mecanismos a través de los cuales los Transformers cambiarían de su estado robótico a su forma disfrazada y viceversa. Entonces, se empezó a idear cómo unir las piezas con las que estarían formadas los robots. De esto se encargó un grupo completamente distinto al primero. Y otro equipo se encargaría luego de darle vida propia a los personajes a través de la animación por computadora.
Aunque ellos en un primer momento tomaron en cuenta leyes físicas como masa y peso, el director de la película, Michael Bay, hizo algunos cambios sobre estos movimientos porque le pareció que, aunque mecánicos, los robots debían tener movilidad extraordinaria.
El tipo de realismo que el equipo de técnicos obtuvo no hubiera sido posible hace tres años, antes de la llegada de las funciones de ultrarresolución que son características de las supercomputadoras de 64 unidades binarias. Hilmar Koch, el supervisor de ILM, trabajó en los efectos y la iluminación de los robots después de que terminó la filmación. Su función fue hacer que la acción se viera superreal, reemplazando las imágenes en la computadora con detalles que fueron creados digitalmente, según se asegura en las notas del producción. El resultado es una película que, a juzgar por las críticas, logra a la perfección no defraudar a los que buscan robots realistas.