Paraíso Down fue creado por un grupo de padres de familia que no encontró espacios en el país para formar a sus hijos, y ahora la fundación beneficia a muchos niños.
CARLOS GARCÍA
PRONTO DARÁ SUS PASOS
“Acá (en Paraíso Down) le están dando ejercicios de estimulación temprana a mi hijo, para promover movimientos como giros, saltar, gatear, caminar y también recibe terapias de lenguaje”, declaró Patricia de Hasfura.
Por eso, ella considera que la creación de Paraíso Down ha permitido que se sienta satisfecha con la atención brindada a su hijo Fernando. Su tono muscular está desarrollándose bien, articula las primeras palabras como papá, mamá y hola. “Estoy súper feliz, para mi es una gran bendición que esté así”, dijo De Hasfura.
La Fundación Paraíso Down es el oasis de quienes buscan que sus hijos con síndrome Down reciban terapia y educación para que se desarrollen y se integren a la sociedad. Antes de que se creará, en mayo de 2008, en El Salvador no existía un centro que facilitara apoyo e información a los papás, quienes debían buscarlo por sus propios medios. “Paraíso Down nace con base a una necesidad, yo soy mamá de Kelly (niña con síndrome down), y sé que los papás nos enfrentamos a un gran dolor y quisiéramos que alguien nos dijera qué hacer y, lamentablemente, en un primer momento, yo no encontré quién lo hiciera”, recuerdó Mirna Elizabeth Menjívar de Martínez.
Ella ahora es la presidenta de la Fundación Paraíso Down, y además, una de sus fundadoras. La iniciativa de crearlo inició luego de que ella viajara,
valiéndose de unas millas acumuladas, a México, Distrito Federal, para participar en un congreso sobre síndrome Down, en el que conoció que existían fundaciones en diferentes partes del mundo, así como información para la educación y formación de los niños. Regresó con la idea de crear la fundación, y cuando conocía a otros padres, que vivían igual situación, los invitaba a reunirse y compartir experiencias, pero después de un tiempo, ellos se dijeron: “Hagamos algo serio, que deje huella en el país, para ayudar a otros papás”, señaló De Martínez, y desde entonces decidieron buscar los estatutos y trabajar por obtener la personería jurídica y, una vez alcanzada, comenzaron a aportaron según el perfil profesional de cada uno.
UN CASO
Estela de Palacios y Guillermo Palacios son los padres de Fabiola, de siete años de edad. Llevaron a la pequeña a la fundación Paraíso Down hace siete meses, para iniciar a recibir el método de lectoescritura. Ella asiste a un jardín de niños tradicional y sociabiliza con sus compañeros, y su comportamiento es tal que, sonriente, posó para la fotografía. “Esperamos que mejore en su lectura y luego incluirla en un colegio regular al terminar el kínder“, dice de Palacios, quien agrega que la posibilidad de que ella aprendiera a leer no la tenían: “No existe ningún otro lugar
en el país (con método de lectoescritura), porque siempre se cree que ellos no pueden llegar a hacerlo”.
“Se está pensando en que reciba Aritmética, y que vaya metiéndose al mundo de los cálculos”, auguró Guillermo Palacios. Su esposa enfatiza que el desenvolvimiento de los niños con síndrome down depende de cómo la familia y su entorno los acepte. “Ella ha sido bienvenida en el hogar. Hace todo sola, llega raspada de jugar en el kínder y en las piñatas recoge dulces”, dijo satisfecha De Palacios. La fundación opera en un local en el que brindan fisioterapia, estimulación temprana, terapia de lenguaje y lectoescritura.
En octubre de 2009 organizó el primer Congreso Centroamericano de Síndrome Down, recibiendo a 400 personas con interés en informarse.