El sueño de Pepe Moratalla

Han transcurrido 25 años desde que este sacerdote salesiano llegó al país, atraído siempre por la necesidad de buscar respuestas para el mundo laboral de los suburbios de las grandes ciudades.

Perfil

Nombre: José María
Moratalla (padre Pepe).
Experiencia: Trabajo con
jóvenes en riesgo.
Cargo: Director del Polígono
Industrial Don Bosco.


"SE PUEDE TRABAJAR CON ESTAS PERSONAS, LA MAYORÍA, QUE NUNCA TUVO UNA OPORTUNIDAD EN SU VIDA, LOS MENOS SON LOS QUE HICIERON UNA OPCIÓN DE VIDA TOTALMENTE DISTINTA A LA DIGNIDAD HUMANA, PERO SI SE OFRECEN ESTAS ALTERNATIVAS PARA AQUELLOS QUE REALMENTE QUIEREN Y PUEDEN, PORQUE TIENEN CUALIDADES HUMANAS FANTÁSTICAS Y EXTRAORDINARIAS PARA ELLOS, LA DELINCUENCIA NIVEL DE EL SALVADOR Y LA REGIÓN BAJARÍA SENSIBLEMENTE.”


Desde que en 1985 puso pie en estas tierras, José María Moratalla, popularmente conocido como el padre Pepe, se convenció de que este país es un pueblo emprendedor y laborioso, pero que, al mismo tiempo, sufría de un flujo migratorio muy inmenso, convirtiendo al país en el ideal para dotar de alternativas de educación laboral para mermar dicha realidad. Al día siguiente de su arribo al país, salió del antiguo Colegio Don Bosco, ubicado cerca de la Terminal de Oriente, a caminar por las comunidades marginales de la zona, lo que le impactó de gran manera, tanto que en los dos primeros años de su estadía en el país él iba a diario por las tardes y noches a platicar con sus habitantes para escuchar sus necesidades.

“Han sido los años más fértiles de mi vida, los dos primeros, que me dedique a escuchar toda la problemática que ellos padecían”, afirma el padre Pepe. NACE EL POLÍGONO Partiendo de esa problemática, no haber trabajo, jóvenes que se dedicaban a delinquir, y que más gente del interior llegaba pensando que su bienestar estaba en la capital, lo que sobrecargaba la problemática todavía más, el padre Pepe vio como en el basurero y la quebrada de la comunidad Iberia estaba la mina de oro para su proyecto, para dar un salto cualitativo y darles un espacio a estas personas para que pudiera brillar su dignidad, y no fueran víctimas de una mayor marginación a la vivida en el interior del país “Así comienza este sueño, de apostar por ellos, de crear un instituto tecnológico que les dé la educación y cultura adecuada, y al mismo tiempo un modelo de pequeña empresa inexistente en el país”, reflexiona el sacerdote salesiano.

UNA SEMILLA QUE GERMINÓ

Con la puesta en marcha del Polígono Industrial Don Bosco, desde hace 22 años, aquel basurero se ha convertido en un Instituto Tecnológico, que alberga cinco talleres, un polideportivo, un conglomerado de pequeñas empresas industriales, una policlínica, un comedor de alumnos, casas de internamiento, una confederación de cooperativas industriales y tres asociaciones agrícolas de cultivo de achiote. Hasta ahora, más de dos mil jóvenes, algunos provenientes de pandillas, niños de la calle en riesgo social u otros con medidas cautelares, han recibido formación en los talleres del polígono y, posteriormente, han fundando sus propias pequeñas empresas. “Para este año tenemos visualizadas, y casi aprobadas, la generación de casi 200 pequeñas empresas. La idea siempre es buscar un horizonte meta para el estudiante”, manifiesta el padre Pepe.

“Se puede trabajar con estas personas, la mayoría, que nunca tuvo una oportunidad en su vida, los menos son los que hicieron una opción de vida totalmente distinta a la dignidad humana, pero si se ofrecen estas alternativas para aquellos que realmente quieren y pueden, porque tienen cualidades humanas fantásticas y extraordinarias para ellos, la delincuencia a nivel de El Salvador y la región bajaría sensiblemente”, cree el padre Pepe.