Turistiando por El Salvador

Fervor y fe bajo la lluvia

Sab, Ago 7, 2010

Destacado

La llovizna no impidió que miles acompañaran el recorrido del Divino Salvador del Mundo y que luego, entre empujones, presenciaran la tradicional “bajada” o Transfiguración.

Escrito por Rossy Tejada

Una sombrilla roja, una cartera negra, zapatos cómodos, un rosario de madera y mucha, mucha fe es lo que llevó consigo Rhina López, de 52 años, para acompañar el recorrido de la imagen del Divino Salvador del Mundo por las calles del centro de la capital, como lo ha hecho durante los últimos 27 años.

Esta mujer de complexión delgada, morena y un tanto encorvada llegó también con su esposo, su hija y su nieto, un inquieto bebé de 10 meses. Llegaron desde una colonia de Mejicanos. Llegaron movidos por la fe, como lo hace ella desde hace años atrás, cuando su padre, ya fallecido, sufrió insuficiencia renal. “Estuvo bien grave, y yo me puse a orar”. Y Rhina rezó y rezó, dice, a un lado de la figura del Cristo de cabello rizado durante una procesión previa a la “bajada”, acto que cada año eleva la fe de esta mujer. “Estoy segura de que eso lo curó, desde entonces nunca se volvió a poner así”, dice. Y por eso el jueves 5 de agosto no podía ser la excepción.

Como ella, miles de feligreses, unos 12,000 según cálculos de la Iglesia católica, acudieron desde temprano a los actos programados en conmemoración al Divino Salvador del Mundo.

El jueves pasado, el calendario litúrgico comenzó con la procesión matinal, la eucaristía en la iglesia de El Calvario, las “vísperas” y procesión desde la basílica del Sagrado Corazón, hasta terminar con la representación de la Transfiguración, a las 6:30 de la noche: la llamada “bajada”, que por más de 200 años ha sido el centro de los festejos de los capitalinos. La lluvia, que empezó a caer desde las 5 de la tarde cuando la imagen del Salvador del Mundo recorría la calle Rubén Darío, no fue obstáculo para los asistentes. Llegaron preparados con sus sombrillas multicolores, toallas o capas de plástico para seguir la ruta del “Colocho”, que a esa hora aún lucía su vestidura color carmesí y era llevado en andas por un grupo de agentes de la Policía Nacional Civil, además adornada con más de 60 lirios rosa. La feligresía acompañó con banderas, globos y pancartas.

Pasadas las 5:30 de la tarde, el arzobispo de San Salvador, monseñor José Luis Escobar Alas, y los demás sacerdotes de la Conferencia Episcopal que acompañaban la procesión tuvieron que resguardarse y empezar a rezar también bajo paraguas.

A metros de llegar a la Catedral, el arzobispo aprovechó una pausa en el recorrido para enfatizar el mensaje de un evento como este: “Se trata de transformar los corazones a fin de que El Salvador pueda vivir sin violencia, crimen y sin la falsedad de la sociedad”.

La celebración de la Transfiguración se basa en el relato bíblico que recuerda cómo Jesús, al llegar al monte Tabor, escogió a tres de sus discípulos para que lo acompañaran y fueran testigos de su transición de ser humano a Dios, y sus vestiduras se tornaron radiantes.

Fe y fuegos artificiales

A las 6:30 de la tarde de este jueves, los feligreses comenzaron a arremolinarse frente al atrio de la catedral capitalina ante la llegada de la imagen. Rhina y su familia ya no acompañó la última vuelta de la procesión alrededor de la plaza Cívica para adelantarse y buscar un lugar estratégico. Y lo lograron. Este año quedaron justo frente a la fachada.

A su lado, miles de rostros expectantes con la mirada fija en la tarima principal, en donde fueron tomando su lugar las autoridades religiosas. Se les unió el alcalde capitalino, Norman Quijano, y su familia, quienes no acompañaron el recorrido de la imagen. Tampoco lo hicieron funcionarios y otras autoridades del país.

Luego de la entonación del himno nacional, el acto de transfiguración dio inicio con las palabras del arzobispo capitalino, quien lanzó una nueva reflexión ante los salvadoreños. “Urge la unidad nacional, así fortaleceremos nuestra libertad. Pedimos al Salvador del Mundo para que ilumine a líderes de la nación para que nos conduzcan en la caridad, justicia y paz”, afirmó el jerarca católico, quien también tuvo palabras para los migrantes salvadoreños que salen del país por la falta de oportunidades.

Tras esa intervención, la imagen del Salvador del Mundo todavía permanecía con sus vestiduras carmesí. “Mirá, papá, Jesús ya casi se va a meter ahí para cambiarse la pijama”, se escuchó decir a un niño que observaba todo con detalle mientras su padre lo cargaba en hombros. El progenitor solo atinó a sonreír ante el inocente comentario.

Cerca de las 7:15 de la noche, la imagen emergió del armazón en forma de globo terráqueo. Lo hizo ya con las características vestiduras blancas, que este año estuvieron adornadas con lentejuelas y aplicaciones doradas. Entre los asistentes no cesaron los aplausos y vítores.

Al momento le siguió la quema de fuegos artificiales. Y mientras los colores llenaron el cielo, este devolvía gotas de lluvia sobre las cabezas de los fieles. Rhina se acordó de su padre, quien falleció hace un año: “Así como venía con él, siempre vendré con mi familia”. Y concluye: “Soy una mujer de tradición”.

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