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James Cameron, ¿Lo hará de nuevo?
by Nazareth Marroquín on Feb.17, 2010, under Blog
Hola, en este primer post no podía dejar de comentar esta curiosidad, y es que en 2008 la batalla la ganó Obama, y obligo a cambiar la fecha del anuncio de las nominaciones de la academia, la cual solía hacerse el primer martes de febrero, y esta fue cambiada para jueves. Hoy los oscar vuelven a cambiar, ya que desde 2004 el evento venia realizándose a finales de febrero, pero en el 2010 serán 2 semanas de diferencia respecto al año pasado, ya que los juegos olímpicos de invierno le ganaron el terreno. Lo que a mi parecer le pone más emoción para conocer al gran ganador.
James Cameron, ¿Lo hará de nuevo?
Los globos de Oro que son la antesala de los Oscar, y si aplicamos un poco de lógica, al parecer Avatar será la gran ganadora. Creo que James Cameron supo vender su película, ya que el mismo Cameron provoco una autosugestión en su público, porque el decía que lo que íbamos a presenciar seria algo revolucionario, único, inmejorable; la mejora en tecnología, los gráficos, la interacción de personajes reales con personajes digitales, incidiendo en el 3D y la creación de un medio ambiente artificial y todo esto unido a que James Cameron siempre ha querido llevar más allá al espectador basándose en técnica, pero sin descuidar lo mas importante, la historia y la empatía de los personajes con el espectador.
En 1997 el mismo Cameron nos hizo vibrar con Titanic, quien nos mostró el amor de otro ángulo amarrado a una técnica maravillosa para su tiempo, y gracias a su magnifico montaje Cameron pudo hacer en ese entonces, lo que hoy consideramos una de las películas épicas mas galardonadas de todos los tiempos.
Avatar es épica, soberbia y ante todo emotiva. Una obra de entretenimiento sobresaliente que invita a ver el mundo con otros ojos.
Nominaciones de avatar:
Mejor película
Mejor dirección
Mejor dirección artística
Mejor cinematografía
Mejor edición/montaje
Mejor música original
Mejor edición de efectos de sonido
Mejores efectos visuales
Por ser una película de ciencia ficción casi nunca están incluidas las categorías de y actor y actriz de reparto y la de mejor actor y actriz.
Pero bueno tendremos que esperar el resultado el próximo 7 de marzo hasta entonces sabremos si James Cameron pudo convencer a los jueces o pudo mas la presión de su publico quienes exigen los premios.
Nominaciones de Titanic:
Mejor película (G)
Mejor Director (G)
Mejor Actriz (N)
Mejor Actriz de reparto (N)
Mejor Montaje (G)
Mejor Fotografía (G)
Mejor Dirección de Arte (G)
Mejor Banda Sonora (G)
Mejor canción original (G)
Mejor Diseño de Vestuario (G)
Mejor Maquillaje (N)
Mejor Sonido (G)
Mejor Edición de Sonido (G)
Mejores Efectos Visuales (G)
La (in)soportable levedad, comentario a la película Up In The Air
by Blanca Abarca on Feb.16, 2010, under Blog
Sobremesa después de almuerzo en casa de mi tía. Domingo. Temas van y vienen entre miradas, risas, distintos puntos de vista y alguna que otra complicidad que solo puede leerse entre líneas. “¿Han ido al cine últimamente?”, pregunto. Mi primo responde: “El viernes fui a ver esa de George Clooney, pero no me gustó. Bien aburrida esa cosa. Solo es la vida del tipo ese, que hace esto y lo otro, y nada más. Es como si yo hiciera una película sobre lo que hago, que voy a Guatemala a trabajar, que paso en reuniones, que voy a la construcción, que me regreso a San Salvador, cosas así. No te la recomiendo”. Su hermana, mi prima menor, lo mira y sonríe con gesto burlón, como provocándolo. “A mí sí me gustó. No sé cómo explicarte, pero me parece que es más que eso que dice éste. No te la cuento para que la vayás a ver y después la comentemos… Lo que pasa es que a mi hermanito le disgusta eso de pensar mientras mira una película”. Mi primo ha picado el anzuelo y comienzan a molestarse entre ellos. Se lanzan bromas como dardos. Los demás nos divertimos.
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Miércoles de 2 por 1. Entre el rechazo de mi primo y la invitación de mi prima decido no arriesgar demasiado y pagar únicamente alrededor de 2 dólares por ver la cinta. Confieso que a punto estuve de comprarla en la calle, pero me pareció que encajaba en la categoría de “esta sí vale la pena verla en el cine”. Mucha gente. Largas filas. Sala casi llena. Casi veinte minutos de extras. Empieza el filme. En inglés se llama Up In The Air, pero la cartelera la anuncia como Amor sin escalas. La traducción me parece pésima, algo que corroboraré al final. Voz en “off”, planos rápidos, buen ritmo, parlamentos claros y sencillos. La vida del personaje principal, un tipo que se la pasa volando en avión, me atrae. Siempre me ha gustado viajar. Pero la labor que realiza no la envidio en absoluto. Su trabajo consiste en despedir empleados de diversas instituciones. La idea es evitarle ese “mal trago” al gerente o jefe de turno. La crisis económica hace que el mal de muchos sea ganancia para la empresa en la que se desenvuelve. Poco a poco la historia me atrapa. Quiero ver más. Recuerdo el comentario de mi prima y no puedo evitar sonreír. Espero que mi primo no lea esto.
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Al final de la semana recibo una llamada. Me invitan a escribir algo sobre alguna película siempre y cuando esté nominada al Óscar. Pero no soy un crítico de cine. Aclaro y me aclaran que se trata de un comentario. Acepto entonces. Me limitaré a contar qué vi yo en Up In The Air, eso es todo. Mi primo vio una cosa y mi prima otra. Usted también tendrá su interpretación y, a su manera, se apropiará de la historia. Tal vez lo que yo vi le dé alguna idea. Tal vez.
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Para mí, uno de los temas principales que trata esta película es el que se refiere a una antigua disyuntiva: ¿qué es mejor, el peso o la levedad? La dualidad peso-levedad forma parte de los principios contradictorios en los que estaba dividido el mundo, según Parménides (siglo VI antes de Cristo). Para este filósofo griego, la levedad es positiva y el peso es negativo. ¿Es así?
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“La insoportable levedad del ser”. Ese habría sido el título perfecto para este comentario. Pero Milan Kundera se adelantó ya varios años. “¿Pero es de verdad terrible el peso y maravillosa la levedad? La carga más pesada nos destroza, somos derribados por ella, nos aplasta contra la tierra. Sin embargo, cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será. Por el contrario, la ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, de su ser terreno, que sea real sólo a medias y sus movimientos sean tan libres como insignificantes. Entonces, ¿qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?”.
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Ryan Bingham se la pasa en la levedad del aire 329 de los 365 días del año. “Conocerme es volar conmigo. Aquí es donde vivo”, dice, mientras se mueve por el aeropuerto con una mayor soltura de la que muestra en su propio apartamento, provisto apenas con lo más elemental. Se la pasa despidiendo gente de un lado a otro de los Estados Unidos. Pero también dedica parte de su tiempo a impartir charlas motivacionales a empleados de diversas instituciones. La primera vez que lo vemos en ello mira entre divertido e irónico a su público. A su lado puede observarse un bolsón. Está abierto y se nota que está vacío. Con la seguridad de un discurso fundamentado en la experiencia personal, dice: “¿Qué tanto pesa su vida? Imagínense por un segundo que cargan una mochila. Siéntanla sobre sus hombros. Ahora quiero que la llenen con todas las cosas que poseen en su vida, hasta las más pequeñas: collares, relojes, artículos tecnológicos. Sientan el peso que eso añade. Sumen otras cosas: ropa, electrodomésticos, lámparas, TV, refrigerador. La mochila pesa cada vez más. Pero sigamos: su sofá, la cama, su auto, su casa, ya sea con estudio o solo un apartamento con dos habitaciones. Quiero que metan todo eso en la mochila. Ahora traten de caminar. ¿Es difícil, cierto? Eso es lo que hacemos diariamente con nosotros: nos cargamos de tanto peso hasta que no nos podemos mover. Y no se equivoquen: moverse es vivir. Ahora, voy a quemar ese maletín. ¿Qué sacarían? ¿Fotografías? Retratos de personas que no recuerdan. Al diablo con las fotos, que se quemen. De hecho, dejen que se queme todo e imagínense que se despiertan mañana con nada. Es algo traumático, ¿no creen?”.
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Ryan ha optado por la levedad y al parecer la pasa muy bien. Conexiones para aquí y allá. En la levedad del aire, las nubes son extraordinarias compañeras. Su vida cabe en su maleta de viaje. Carece del lastre de la pesadez. Todo gira alrededor de una sola empresa, que le garantizará continuar esa vida leve: acumular millas de vuelo. “Las millas son la meta”. 10 millones, para ser precisos. Su familia le resta levedad y toma distancia de ella. Pero Julie, su hermana menor, se casará con Jamal y como no tienen dinero para viajar, han solicitado que al menos su foto aparezca en los diversos lugares que sus amistades sí pueden visitar. A Ryan aquello le suena medio patético y a regañadientes acepta el favor que le pide Kara, su otra hermana. En uno de sus viajes, Ryan conoce a Alex, una mujer que vive una vida parecida a la suya. No hay compromisos. Se vive el momento a plenitud. Se ven cuando pueden y no se traspasa la línea de un involucramiento que vaya más allá. Hay que mantenerse leves.
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Ryan se muestra condescendiente con su compañera de trabajo, la pobre Nalie Keener, quien por seguir a su novio se ha mudado de San Francisco a Omaha. Nalie le ha apostado a esa relación e incluso ha rechazado un mejor empleo con tal de estar con él. A Ryan la idea le da risa y de alguna manera se compadece del peso absurdo que arrastra Nalie. En otra de sus charlas, dice: “Tengo una maleta nueva. Esta vez quiero que la llenen con gente. Empiecen con sus encuentros casuales, amigos de sus amigos, compañeros de la oficina; y luego pasen a la gente en quien confían sus secretos más profundos, sus primos, sus tías, hermanos, hermanas, sus padres y, finalmente, su esposo, su esposa, su novio, su novia. Métanlos a todos en ese maletín. No se preocupen, no les pediré que le prendan fuego. Sientan el peso de esa maleta. No se equivoquen, sus relaciones son los componentes más pesados de sus vidas. Sientan cómo cuelga de sus hombros. Todas esas negociaciones, y argumentos, y secretos. Y compromisos. Tienen que deshacerse de todo ese peso. Mientras más lento nos movemos, más rápido morimos”. Nalie rompe con su novio y eso parece darle aún más la razón a Ryan. “No te equivoques, todos morimos solos”, le dice. En determinado momento, ella se molesta: “Llevas un estilo de vida que hace imposible cualquier tipo de conexión humana”. Él sonríe, divertido.
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Sin embargo algo parece cambiar en Ryan. Le hace el favor a su hermana y le pide a Alex que lo acompañe a la boda. Ella acepta. Él le muestra la casa en la que nació, la escuela en la que estudió, el barrió en el que vivió. Risas, besos, miradas llenas de complicidad. En determinado momento, le pregunta a su hermana si ya hay alguien que la entregue en el altar y se ofrece como acompañante. No es aceptado. El peso de la distancia que Ryan ha mantenido para proteger su levedad se hace sentir. El día del matrimonio surge un problema: el novio se quiere echar atrás. Kara busca a Ryan para que hable con él. “Piensa en tus recuerdos favoritos, en los mejores momentos de tu vida. ¿Estuviste solo?”, le pregunta. Jamal contesta que no. “La vida es mejor si estás acompañado. Necesitas un copiloto”, le dice Ryan. El novio reflexiona y le pide disculpas a la novia. Entonces la hermana mayor se le acerca a Ryan y le dice la que, a mi juicio, es la mejor frase de la película: “Bienvenido a casa”. Solo cuando decide involucrarse de esa forma, sacrificando parte de su levedad y actuando de manera contraria a la que afirma en sus charlas, Ryan vuelve a formar parte de la familia.
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Nueva conferencia de Ryan: “El año pasado volé 350 mil millas. La luna está a 250 mil. Imagínense que llevan con ustedes una mochila. Quiero que sientan el peso sobre sus hombros. ¿Lo sienten? Llenen esa maleta con todo lo que tienen en sus vidas. Empiecen con las cosas más pequeñas, como cepillos y esas cosas…”. Súbitamente, Ryan calla. No parece cómodo. Duda. Mira a su audiencia. De pronto mueve la cabeza hacia un lado y otro, y sonríe. Se retira del salón. Va en busca de Alex (nunca sabremos el nombre completo ni el apellido de este personaje). Quiere darle la sorpresa y va a su casa. Pero ella está casada y tiene dos hijos. Decepción y estupefacción en Ryan. Al día siguiente, Alex lo llama: “Esa es mi familia, esa es mi verdadera vida. Creí que nuestra relación estaba perfectamente clara. Tú eres tan solo un escape, un paréntesis”. No hay final feliz. Qué buena película.
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Ryan sigue volando. Continúa en la levedad, pero no se le ve tan sonriente como antes. Parece que lleva un peso sobre sus hombros. Nos dice que por la noche, al ver el cielo lleno de estrellas, nos fijemos en ese punto luminoso que se mueve. Ese es su avión. Allí va él. Solo.
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La película da para más. Este es apenas un comentario de un aspecto que vi. Así que si tiene pendiente Up In The Air, anímese y acuda al cine, o réntela, o cómprela por allí (saludos a quienes se están rasgando las vestiduras a propósito de esta última idea). Mire que ha sido nominada a cinco Óscar: mejor película, mejor dirección (Jason Reitman), mejor actor (George Clooney), mejor actriz secundaria (Vera Farmiga) y mejor guión adaptado. Luego me cuenta y conversamos acerca del tema de los despidos y la crisis económica, de la manera en que las personas que se quedan sin trabajo salen adelante, de las relaciones con la familia y los amigos, de que lo hacemos no es lo que somos, pero igual nos define. Y quizá hasta nos animemos a responder la pregunta: ¿qué es mejor, el peso o la levedad?