Luego de 10 años del atentado en las Torres Gemelas, la zona cero lució renovada. Una fuente rinde honor.
Determinados a nunca olvidar pero quizá listos para seguir adelante, los estadounidenses dieron el domingo al 11 de septiembre un lugar en la historia y dejaron un recuerdo para una nueva generación. Una ceremonia solemne de recordación se realizó en el lugar donde fueron derribadas las Torres Gemelas y los nombres de las 2,983 víctimas fueron leídos en voz alta, algunos por niños que no tienen edad para recordar a sus padres muertos. En Nueva York, Washington y Pensilvania, así como en muchos lugares más de Estados Unidos y del mundo, la gente participó en ceremonias y rituales.
El presidente Barack Obama citó un pasaje bíblico y habló de la necesidad de encontrar fortaleza pese al temor. Estuvo acompañado de su antecesor, George W. Bush.
Jessica Rhodes habló de su sobrina, Kathryn L. LaBorie, la principal sobrecargo del avión que se estrelló contra la torre dos del Centro de Comercio Mundial. Recordó su sonrisa radiante y su compasión infinita, y sugirió que hoy, 10 años después, ha llegado el momento de seguir adelante. “Aunque ella quizá no será encontrada nunca, jamás se ha perdido a sus familiares y amigos”, dijo Rhodes tras leer una parte de la lista de fallecidos en la zona cero. “Hoy la honramos al permitir que salga la tristeza de perderla y abrazar la alegría de haberla conocido”. Con las conmemoraciones de ayer se dejó atrás una década que ha incluido dos guerras, cambios profundos en la seguridad nacional, vuelcos en la vida diaria y, hace unos meses, la muerte de Osama bin Laden, el terrorista escurridizo que planificó los atentados.
Monumento
Exactamente en el lugar donde estaban las torres se presentó un monumento recordatorio con dos grandes caídas de agua que evocaban el llanto. En el primer día, el monumento estuvo abierto solo a los familiares de las víctimas. En el perímetro había parapetos de bronce con los nombres de los fallecidos grabados. El aniversario se conmemoró bajo medidas intensificadas de seguridad. Particularmente en Nueva York y Washington, las autoridades estaban en alerta. De cara al aniversario, el Gobierno federal advirtió a esas ciudades sobre una pista de un posible ataque con cochebomba. La Policía registró camiones en Nueva York y bloqueó las calles cercanas al Centro de Comercio Mundial. Para acercarse a unas cuadras del sitio, la gente tenía que pasar por puestos de revisión. Sollozando, los familiares de las víctimas ingresaron al monumento y colocaron retratos y flores.
Obama estaba protegido por un panel de vidrio a prueba de balas delante de unos robles blancos plantados en el monumento. El mandatario leyó el pasaje de la Biblia después de un momento de silencio a las 8:46 de la mañana, cuando la primera aeronave se estrelló contra la torre norte hace 10 años. El presidente leyó el Salmo 46: “Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar”. La ceremonia de Nueva York, que concluyó con toques a silencio de clarines militares, constituyó el hecho central de las conmemoraciones realizadas en todo el país.
En el Pentágono, el secretario de Defensa, Leon Panetta, observó un momento de silencio a las 9:37 de la mañana, hora en que una aeronave se estrelló contra el centro militar de Estados Unidos. Panetta rindió homenaje a los 6,200 miembros de las fuerzas armadas estadounidenses que han muerto desde entonces en las guerras de Irak y Afganistán.
En el homenaje del Pentágono, el vicepresidente Biden destacó que la fuerza militar estadounidense constituye una “generación de guerreros del 11 de septiembre”. “Nunca antes en nuestra historia Estados Unidos había exigido tanto en tan poco tiempo a la fuerza integrada por voluntarios”, destacó.
Obama y su esposa viajaron de Nueva York a Shanksville, Pensilvania, para colocar una ofrenda floral en el Monumento Nacional al Vuelo 93, erigido cerca del lugar donde se estrelló uno de los cuatro aviones secuestrados. Un día antes, Bush, Bill Clinton y Biden participaron en la inauguración de la primera fase del Muro de los Nombres que incluye a los 40 pasajeros y tripulantes que repelieron a cuatro terroristas que trataban de estrellar la aeronave contra el Capitolio. “Siempre serás mi heroína”, le dijo Patricia Smith, de 12 años de edad, a su madre fallecida. Nicholas Gorki recordó a su padre, “a quien nunca conocí porque estaba en el vientre de mi madre. Te quiero. Me diste la vida y ojalá pudieras estar conmigo para disfrutarla juntos”. Peter Negron, de 21 años, cuyo padre trabajaba en el piso 88 de la torre norte, dijo que durante los 10 años que siguieron al ataque ha tratado de inculcarle a su hermano menor lecciones que había aprendido de su padre. “Decidí convertirme en un científico forense”, señaló Negron. “Espero que mi padre se enorgullezca de los jóvenes que hemos logrado ser mi hermano y yo. Te extraño tanto, papá”.
Entretanto, Bush leyó un pasaje de una carta del presidente Abraham Lincoln a la madres de los soldados que cayeron en la Guerra de Secesión. “Rezo por que nuestro padre calme la angustia de su pérdida”, dijo Bush. El alcalde Michael Bloomberg inició la ceremonia. Desde la madrugada, los colores de la bandera estadounidense se reflejaban sobres seis pisos del edificio en construcción que alojarán oficinas y un centro cultural.
El chelista Yo-Yo Ma tocó música de Bach, James Taylor cantó “Close Your Eyes” y Paul Simon tocó su vieja canción “Sounds of Silence”. Los estadounidenses se reunieron para orar en catedrales en las grandes ciudades y depositar rosas frente a las estaciones de bomberos de los pueblos pequeños, a fin de recordar de incontables modos el aniversario.