Separados por la fuerza de la naturaleza

De las once personas que fallecieron en el municipio de Verapaz durante el terremoto de febrero de 2001, una era una mujer de nombre Rosa Cándida Carrillo. La vivienda en la que vivía colapsó y ella quedó sepultada por las paredes y el techo de lo que un día fue su hogar. Un hogar que compartía con su compañero de vida don Abraham de Jesús Díaz, quien en ese momento tenía 60 años.

Abraham, sin embargo, no estaba en casa cuando esta se derrumbó. Estaba en el campo, trabajando. Como la de muchos en Verapaz, la reacción de Abraham fue dirigirse a su casa cuando el sismo pasó. Las viviendas habían quedado frágiles después del terremoto de enero, así que algo (o mucho) podía pasar.

“En la entrada del pueblo no se podía pasar por la destrucción y los escombros regados en las calles. Había quedado una nube blanca de polvo y costaba ver”, recuerda de tez curtida por el sol y ojos claro.

No había alcanzado a llegar a su casa, cuando una vecina le dijo que a Cándida, su señora, la llevaban en una ambulancia que estaba a punto de salir rumbo al Hospital de San Vicente.

Como uno de los hijos de la pareja acompañaría a Cándida al hospital, Abraham permaneció en casa, o en lo que quedaba de ella, para ver si había algo que pudiera recuperarse. La abundancia no es una de las características más comunes de Verapaz, así que valía la pena rescatar algunos bienes materiales, si fuera posible.

Era aproximadamente las 2:00 de la tarde cuando alguien llegó a buscarlo para decirle que le entregarían a su esposa. Abraham recuerda la alegría que sintió al pensar que si le llevaban a Cándida, es porque estaba bien y que de nuevo estaría a su lado. Lo que recibió, en realidad, fue el cuerpo de su señora.

Hoy, este vicentino vive, junto a uno de sus hijos, en el mismo lugar que quedó convertido en escombros hace casi una década. La Alcaldía local le ayudó a reconstruir su hogar.

San Vicente fue uno de los departamentos que resultó fuertemente golpeado por el terremoto del 13 de febrero. Más concretamente, el impacto llegó directo hasta Verapaz, San Cayetano Istepeque, Guadalupe, San Lorenzo, San Esteban Catarina, Santo Domingo, Tepetitán, San Sebastián y San Ildefonso.

Al menos 315 personas fallecieron durante esta sacudida de aproximadamente 13 kilómetros de profundidad. En Verapaz, el 95% del pueblo quedó en ruinas.

Pero hoy, diez años después, el municipio vicentino se ha puesto en pie.

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