La Prensa Gráfica

Un solideo lleno de historia

Escrito por Henry Flores, 28 de April de 2011 - 12:00 am

Guardado celosamente como un precioso tesoro está el solideo  que Juan Pablo II regaló en su segunda visita al país a la congregación de las Carmelitas de El Salvador.

Patricia Cruz

Una pequeña cajita de cristal resguarda un trozo de historia de alguien que también hizo historia. La hermana María Teresa Abarca, de la congregación de las Carmelitas de El Salvador, aún recuerda vívidamente cuando recibió de manos de Juan Pablo II el solideo que portaba sobre su cabeza, mismo que ahora forma parte del museo privado de las monjas.

Para 1996, las Carmelitas fueron invitadas a los actos en honor del entonces papa Juan Pablo II en la nunciatura capitalina. Un saludo oficial entre ellas y el máximo jerarca de la Iglesia está previsto. María Teresa, sin embargo, tenía un plan oculto en el que se saltaría todo el protocolo que demandaba la situación.

No estaba permitido el intercambio de regalos con el sumo pontífice, por lo que optó por la discreción total. Lo que las Carmelitas tenían planeado era obsequiarle al Papa un solideo que habían mandado a traer desde Roma, de la misma tienda donde él adquiría sus atuendos religiosos.

Eligieron un solideo puesto que “no queríamos darle un cuadro u otra cosa, sino algo que usara”, afirmó. La hermana carmelita sigue con sus memorias y recuerda que tuvo que esconderlo detrás de un florero y esperar junto a él a que el Papa pasara por ahí y al saludarla, le entregaría el regalo.

“Queríamos darle un recuerdo en nombre de la congregación de Carmelitas de San José y de El Salvador”, le dijo a Juan Pablo II cuando lo tuvo lo suficientemente cerca, y extendiéndole una bandeja con el solideo, vio la reacción de asombro en los ojos del sumo pontífice, del cual no logra recordar las exactas palabras, si es que las dijo, por la emoción que le embargó en el momento, se excusa la monja.
“Queremos que se lo ponga”, ante la expresión del Papa, y siguió diciendo “y que nos dé el suyo”, recordó. La religiosa estaba decidida a obtener un recuerdo, y lo consiguió.

Pugna por el solideo

Posterior al saludo con Juan Pablo II, María Teresa recuerda que tuvo otro momento para conversar con el Papa y, al acercársele nuevamente, llevaba consigo el solideo que el jerarca católico le había dado.

Al verlo, el secretario privado de Juan Pablo II se lo quitó de la bandeja y lo volvió a cambiar por el recién regalado. A lo que María Teresa, en un arranque casi infantil, respondió con una queja ante el mismísimo Papa: “¡Mire, me lo quitó!”,  fue lo primero que le dijo. El pontífice, sin mediar muchas palabras, hizo que su asistente le devolviera el solideo a la monja.

Y así, desde entonces, el solideo que un día estuvo sobre la cabeza quien este 1.º de mayo será declarado beato es atesorado “como una reliquia” por las hermanas Carmelitas de San José en su hogar de Santa Tecla, donde pocos han tenido acceso a verlo, solo aquellos que bajo justificada enfermedad severa y comprobada fe católica han sido autorizados a admirarlo con la esperanza de obtener alguna bendición.

Para María Teresa y las Carmelitas, es una bendición tener consigo el solideo que perteneció a “un hombre santo”, afirma la monja. Verlo y estar frente a ese pequeño casquete de seda es como “sentirlo cerca de él, uno como que se inunda de su santidad”, concluye.

  • Noezuniga19

    es  un gran honor tener una reliqia de un santo

  • Atlanta Carpenters

    Hola.
    yo tengo un Solideo firmado por el Papa Juan Pablo II!!!!