Máximo jerarca católico pierde la conciencia
La comunidad católica espera que las últimas horas del Papa transcurran con tranquilidad.
El Papa Juan Pablo II sigue encontrándose en una situación muy grave y muestra síntomas de perder la conciencia, dijo este sábado el Vaticano.
La salud del Sumo Pontífice se ha deteriorado rápidamente al fallar sus riñones y corazón tras una infección hace dos días de su tracto urinario.
El portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro Valls, señaló que Juan Pablo II no se encontraba en un coma técnico y que abre los ojos cuando le hablan. Agregó que el Papa habló el viernes.
Navarro Valls detalló que las condiciones vitales del Papa se han estabilizado, en tanto que miles de personas volvían a llenar paulatinamente la Plaza de San Pedro para acompañar al Sumo Pontífice en lo que parecen ser sus últimas horas de vida.
A las 7:30 se celebró una misa en la presencia del Papa, dijo Navarro Valls y agregó que el Pontífice no participó directamente en la ceremonia.
“A veces parece estar descansando con sus ojos cerrados, pero cuando se le habla, abre los ojos”, señaló. Apuntó que en la tarde probablemente se comunicaría de nuevo con los medios.
Comentó que asesores del Papa le comunicaron el viernes que miles de jovenes colmaron la Plaza de San Pedro el viernes en la noche. De hecho, parece que el Papa se refirió a ellos, y con sus palabras, y lo repitió en varias ocasiones, pareciese que dijo: “Os he buscado. Y habeis venido a mi. Y por eso os lo agradezco”, concluyó el vocero.
La salud del Papa, que se ha deteriorado a pasos agigantados desde el jueves, permanecía estable desde el viernes aunque muy grave, señaló el Vaticano.
Las condiciones metabólica y cardiorespiratoria permanecen estables, por lo tanto (la salud del Papa) es muy grave. “Desde la madrugada se han presentado los primeros síntomas de pérdida de conciencia”, dijo Navarro Valls.
Tanto en el Vaticano como en otras partes del mundo, los sacerdotes católicos preparaban a los fieles para el deceso del Pontífice. Muchos expresaron la esperanza de que sus últimas horas transcurrieran con serenidad.