El Papa, un ejemplo de perdón
El papa Juan Pablo II dio una gran muestra de humildad y de amor al prójimo cuando perdonó al terrorista que estuvo a punto de truncar su vida frente a miles de feligreses, en pleno servicio al Señor.
Leticia M. Serrano
“ Sed bondadosos y misericordiosos los unos con los otros, perdonad unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”, cita el libro de Efesios 4:32. También, Mateo 6:12 invoca al perdón con la oración que Dios ha dejado para todos los cristianos: el Padre Nuestro.
A los seres humanos, en general, pese a que nos consideremos cristianos, nos cuesta tanto perdonar una ofensa, un desprecio, que un delincuente arrebate la vida de un familiar, etcétera, mas hay que hacerlo.
Juan Pablo II nos dio un ejemplo de vida al cumplir la voluntad de Dios. Demostró al mundo entero el amor que le tenía a Dios dando un gran ejemplo de perdón a sus detractores, que en más de 20 ocasiones atentaron contra la vida del considerado Peregrino de la Paz. Todos, hasta las palomas del Vaticano, alzaron vuelo debido al susto y al dolor por el daño causado al mayor jerarca católico, o al sucesor de Pedro.
Y es que el hombre más querido por la comunidad católica de todo el mundo era el más odiado por fanáticos y terroristas. El hecho más significativo fue el del 13 de mayo de 1981, el cual estuvo a punto de costarle la vida, cuando Karol Wojtyla se desangraba por los disparos que el terrorista Alí Agca lanzó sin piedad mientras el Papa acariciaba a niños, les hacía la señal de la cruz en su frente, en una espléndida tarde de primavera en Roma, ante unos 20,000 peregrinos de los cinco continentes que asistían en la Plaza de San Pedro a la audiencia general de los miércoles.
Al disparar con el devastador y mortal proyectil, el terrorista quería dejar una huella en la historia a través de un acto violento, con una primera bala que le atravesó de parte a parte, le lesionó el sigma y el intestino en varios puntos, y una segunda que le perforó el antebrazo. Gracias a Dios, y a las oraciones que nunca dejó el Papa aun estando herido de gravedad, logró sobrevivir después de una intervención.
El gran ejemplo de amor se vio reflejado cuando el Santo Papa acudió a la cárcel para perdonar al que pretendió ser su verdugo, aceptó que fue una idea primitiva con la que ya no comulga en ningún sentido.
“Nunca me he reprochado haber fracasado en mi plan de asesinar al Papa. Hay algo inexplicable en todo esto. Sinceramente, me alegro mucho de que el Papa haya sobrevivido. Cuando vino a visitarme a la cárcel, fue como un sueño, algo increíble. Fue un gran gesto y un hecho extraordinario estar con él después de todo lo que pasó”, expresó en aquel momento el arrepentido.
Después, el atacante se promulgó fiel admirador del Papa e incluso lo catalogó como un punto de referencia para todos los demás creyentes, para los musulmanes, para los judíos.
Eso, aunado al milagro de curación de la monjita Marie Simon, su ejemplo de vida, de cumplir el mandato de Dios, como dice, ser santo es hacer la voluntad de Dios. Entonces, ¿se merece ser santo?