Juan Pablo II, el beato de los corazones
Las campanas sonaron después de que el papa Benedicto XVI proclamara a Juan Pablo II como beato de la Iglesia católica. Es la primera vez en mil años que un papa proclama a su antecesor como beato.Los peregrinos y creyentes ven cada vez más cerca el día en que su venerado se convierta en santo.
Giovanni Paolo II es beato”, dijo el papa Benedicto XVI e inmediatamente en la plaza de Pedro se sintió una sensación de satisfacción. Los aplausos de los feligreses dejaron esa impresión. Desde las 10:37 de la mañana de ayer (hora de Roma, 2:37 de la madrugada de nuestro país), Karol Wojtyla es beato. Y según las leyes por las que se rige la Iglesia católica, está a un paso de conseguir la santidad. El hecho ocurre seis años y un mes después de su fallecimiento.
La misma plaza donde lloraron sus seguidores en aquel día, ayer recibió a más de un millón de feligreses, según datos de Radio Vaticano.
Todos, incluido el actual jerarca de la Iglesia católica, se regocijaron por el acontecimiento.
“Hace seis años nos encontrábamos en esta plaza para celebrar los funerales del papa Juan Pablo II. El dolor por su pérdida era profundo, pero más grande todavía era el sentido de una inmensa gracia que envolvía a Roma y al mundo entero, gracia que era fruto de toda la vida de mi amado predecesor y, especialmente, de su testimonio en el sufrimiento. Ya en aquel día percibíamos el perfume de su santidad, y el pueblo de Dios manifestó de muchas maneras su veneración hacia él”, dijo.
Por lo anterior, Benedicto XVI reconoció que agilizó el proceso de beatificación, que enmarca en la búsqueda de la santificación de su antecesor, el Papa de origen polaco.
“He querido que, respetando debidamente la normativa de la Iglesia, la causa de su beatificación procediera con razonable rapidez. Y he aquí que el día esperado ha llegado; ha llegado pronto, porque así lo ha querido el Señor: Juan Pablo II es beato”, enfatizó.
Los aplausos y las banderas, que minutos antes habían sido prohibidos para no frenar la ceremonia, volvieron a inundar la plaza de San Pedro y la Vía de la Conciliación por varios minutos, al mismo tiempo que los coros papales regocijaban los corazones de cada uno de los peregrinos.
Y es que a criterio del Papa, Juan Pablo II no solo llevó un mensaje de fe y esperanza a los pueblos, sino que también “devolvió el legado usurpado por el marxismo”. Una frase política que no tuvo reparos en los feligreses, quienes solo tuvieron tiempo para hablar de las maravillas de la capital romana.
Ellos, el pueblo católico, representado por los delegados que viajaron hasta Italia, ya lo creen santo, aunque le falte un paso para concretar la canonización. De ahora en adelante, Roma será la sede donde el Santo Padre será venerado.
Sus restos, ahora llamados reliquias, están expuestos desde que finalizó la ceremonia de beatificación para que todos los fieles los veneren y pidan al Santo Padre. La capilla de San Pedro estará abierta, inclusive, de noche.
La noticia del fallecimiento del cardenal español Agustín García a causa un infarto corrió entre los peregrinos minutos antes del inicio de la proclamación.
A pesar de haber sido llevado al Hospital San Carlos Nancy, el sacerdote falleció, informó el Gobierno de Valencia, de donde era originario.
Pero ni esa triste noticia ni el calor detuvo el servicio religioso que tuvo una duración de aproximadamente tres horas. El Papa se despidió y finalizó el acto litúrgico de los feligreses en todos los idiomas, dando las gracias por el amor que profesan a Juan Pablo II y haciendo hincapié en no olvidar su incansable amor y entrega.
Y es que desde ayer Roma y el mundo entero veneran a Juan Pablo II. Un segundo milagro debe ser comprobado para que el Papa polaco sea considerado santo.