Un total de 42 personas perdieron la vida a causa de un terremoto de 7.2 grados registrado el 7 de noviembre de 2012, cuyo epicentro se localizó en la zona del litoral de Guatemala, en el océano Pacífico, 24 kilómetros al sur del poblado de Champerico.
El departamento de San Marcos, ubicado a 250 kilómetros al oeste de la capital, fue el más golpeado por este desastre natural que dejó también como saldo al menos 22 desaparecidos y 150 lesionados. En esta localidad se derrumbaron docenas de casas y varias personas quedaron soterradas.
A causa del fuerte sismo, que también fue sentido en El Salvador y México, el gobierno guatemalteco decretó estado de calamidad pública en siete departamentos del este y noreste del país, con el propósito de garantizar los recursos necesarios para atender la emergencia.
Los países de Centroamérica se solidarizaron con Guatemala y ofrecieron su colaboración durante la emergencia. El Salvador ofreció ayuda en servicios de salud, rescate y búsqueda, e incluso en seguridad. Honduras puso a disposición ayuda en actividades de socorro.
Más de 1.2 millones de personas residentes en ocho departamentos del altiplano occidental de Guatemala se vieron afectadas por la interrupción de los servicios de energía, agua potable, comunicación y transporte. Más de 60 réplicas se registraron días posteriores al fuerte sismo.
La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) estimó que los costos de reconstrucción por los daños provocados por el terremoto ascienden a $210 millones, de acuerdo con una evaluación hecha. El sector vivienda fue el más afectado económicamente, con daños valorados en $104.68 millones.
El sismo de 7.2 grados, ocurrido el 7 de noviembre, fue el segundo más intenso registrado en Guatemala luego del devastador terremoto de 7.6 grados, del 4 de febrero de 1976, que provocó la muerte de 25,000 personas. Cerca de 100,000 resultaron lesionadas y más de un millón damnificados.