El deporte en 1915

En El Salvador y en el mundo, el deporte sobrevivió un año complejo de batallas brutales.

El deporte en 1915
El deporte en 1915

En 1915, un joven salvadoreño llamado Walter Soundy vivía en Inglaterra mientras cursaba estudios universitarios, y su presencia no pudo ser más inoportuna. En agosto de 1914 Gran Bretaña, tierra de su padre, Arthur Soundy, declaró la guerra a Alemania, país de su madre, Mary Deininger. Había iniciado la Primera Guerra Mundial. Para Walter fue imposible volver a casa en medio del conflicto, y en tal proceso absorbió, además de una impactante experiencia de vida, una pasión que aquel  1915 ayudó a distraer a los británicos en medio de la catástrofe: el fútbol.

Soundy vio las dos caras del juego. Primero, la alegría de media ciudad de Liverpool porque el Everton quedó campeón de liga. En aquel plantel brillaba un goleador escocés, Bobby Parker, cuya carrera acabó por su servicio militar en la guerra; una bala en la espalda no lo mató, pero le impidió seguir siendo el deportista de élite que gritó 35 goles en aquel campeonato. Mas aquella temporada dejó una mancha que opacó la reputación del juego: un escandaloso partido amañado entre el Manchester United y el Liverpool; siete futbolistas fueron expulsados del fútbol de por vida.

Solía madrugar para correr y hacer gimnasia. Después del colegio se dirigía al Campo Marte a jugar fútbol y béisbol”.
– Ricardo Saprissa

El fútbol inglés, que ya tenía entonces una larga historia de pasión y profesionalismo, halló un callejón sin salida en años de guerra. El 24 de abril de 1915, la final de la Copa F. A. (Sheffield United 3-0 Chelsea) tuvo que mudarse de Londres a Manchester por razones de seguridad. Trece días más tarde, los torpedos alemanes hundieron al Lusitania, y nada fue igual en Gran Bretaña. Toda actividad del fútbol profesional en la isla se suspendió de forma oficial e indefinida.

En Alemania, patria de la familia materna de Soundy, el fútbol sobrevivió lo que pudo. En 1915 fue imposible organizar el campeonato nacional, pero se crearon torneos regionales. La Federación de Fútbol del Sur de Alemania puso en juego un trofeo llamado “Fútbol de Hierro”, e invitó a sus afiliadas a alinear equipos con los que jugadores que dispusieran, inscritos a o no en sus listas. Pero con los meses ni estos esfuerzos mantuvieron vivo al deporte en medio del caos. La escasez de alimentos cobró tal fuerza que el emperador de Alemania decretó que todo campo, incluidas las canchas de fútbol, debían utilizarse para cultivar papas. La pasión debía esperar.

Años después, Soundy regresó a El Salvador, se estableció en Santa Tecla, y su admiración por el juego lo tradujo en un equipo nombrado como una de sus fincas: Quequeisque, que sería múltiple campeón nacional y establecería un modelo que perduró por décadas, el del mecenas que sostiene al plantel como símbolo de la ciudad.

 “Sportsmen”

En 1915 no predominaba la especialización de atletas en una sola disciplina. Se llamaban “sportsmen” a quienes destacaban en uno o más deportes, y en ese año, quizá el más importante de estos fenómenos, dio un salto histórico. El estadounidense Jim Thorpe inició su carrera en el fútbol americano profesional con los Bulldogs de Canton con las reputación a cuestas de haber ganado medallas de oro olímpicas en pentatlón y decatlón. Thorpe militaba entonces en las Grandes Ligas de Béisbol con los Gigantes de Nueva York.

En El Salvador, nuestro más grande “sportsman” vivía su adolescencia a toda velocidad. Ricardo Saprissa Aymá, nacido en San Salvador en 1901, era un estudiante apasionado por el deporte en 1915, como describe su biógrafo, José Antonio Pastro Pacheco: “Solía madrugar para correr y hacer gimnasia. Después del colegio se dirigía al Campo Marte (hoy, Parque Infantil) a jugar fútbol y béisbol, o visitaba la casa de su padrino, Ricardo Sagrera, para jugar tenis hasta que el cuerpo aguantara (…) Los fines de semana iba de excursión con sus amigos al Club Alpino, del cual era fundador, capitán y máximo representante”.

Saprissa jugó fútbol para un equipo capitalino llamado Marathon, que programaba encuentros amistosos en el Campo Marte en ausencia de una liga nacional; el fútbol salvadoreño no se organizaría de forma consistente hasta la década de 1940, lo que no implica que la calidad de sus deportistas fuera menor. Saprissa fue prueba de ello. Se mudó a Barcelona a inicio de 1921 (por meses no participó en el primer partido de la selección nacional ese mismo año), y lo fichó el club Espanyol, del que fue capitán, campeón de Copa del Rey y presidente honorario. Como “sportsman” también destacó en el tenis, sacando provecho de sus años de entreno en casa de los Sagrera, y representó a España en Copa Davis y en Juegos Olímpicos.

En 1915, el Campo Marte fue sede de todo tipo de eventos, deportivos y oficiales, en la capital. Una pista para carrera de caballos (un deporte de masas mundiales en la primera mitad esta se practicaba el balompié. El béisbol, un tema predominante en los medios de comunicación internacionales de ese tiempo,  también capturó la atención de los jóvenes que frecuentaban el Campo Marte. Saprissa jugó en el diamante con el Club Salvadoreño de Sport.

En tanto, los aficionados a Grandes Ligas estuvieron pendientes la Serie Mundial, ganada por los Medias Rojas de Boston contra los Filis de Filadelfia. La gran anécdota del campeonato fue un jugador que apenas apareció en plato una vez como emergente y no logró llegar a primera. Era Babe Ruth, el más grande beisbolista de la historia, que entonces era un lanzador de Boston y a veces contribuía con el bate.

Ruth tardaría unos años más en llegar a la cima, más el deportista más célebre de 1915 no salió del diamante, sino del ring. Este fue Jess Willard, campeón mundial de boxeo de los pesos pesados tras noquear a Jack Johnson en el asalto 26, frente a una interminable masa de espectadores en Cuba. A Willard lo llamaba “la gran esperanza blanca”, bandera de un Estados Unidos contaminado de racismo e incómodo que Jack Johnson, el campeón hasta ese año, fuera afroamericano.

Paradójicamente, el ejemplo de humanidad en el deporte en ese tiempo no había llegado desde un escenario con tribunas, sino de las trincheras de la guerra en Europa. En la Navidad anterior, a finales de 1914, soldados de los Ejércitos alemanes y británicos pactaron una tregua no oficial, bajaron las armas y jugaron fútbol entre ellos. Si bien los gobiernos de los padres de Walter Soundy eran enemigos, los hombres no lo eran, y ese ejemplo marcó una era de caos, donde el deporte fue el lenguaje universal de convivencia.

SAPRISSA. El salvadoreño Ricardo Saprissa (izquierda, segunda fila) estuvo en el Campo Marte en marzo de 1918.

SAPRISSA. El salvadoreño Ricardo Saprissa (izquierda, segunda fila) estuvo en el Campo Marte en marzo de 1918.

En El Salvador

Llegada de los deportes
Durante la presidencia de Carlos Meléndez (1913-1918) se introdujo en El Salvador la práctica de los deportes con énfasis en los que eran practicados en Estados Unidos: béisbol y
baloncesto.

Campo Marte un escenario
f El Campo Marte fue uno de los primeros escenarios en los que se practicó el béisbol. Ahí se trató de formar equipos para el total desarrollo del deporte: Olimpic y Atlantic fueron los primeros dos en ser creados.

Basquet, segundo en auge
El baloncesto comenzó a tomar auge en 1917, después del impulso que le dio la francesa Juana Puch, y Henry Long, un arquitecto de EUA que diseño la primera cancha de BKB en Campo Marte.