Científicos del observatorio estadounidense LIGO comprobaron la existencia de las ondas gravitacionales, predichas por Albert Einstein hace un siglo, y lo anunciaron el 11 de febrero. Dichas ondas se producen cuando las masas se aceleran y comprimen y estiran el espacio.
Se propagan en el vacío a la velocidad de la luz y distorsionan el espacio-tiempo, de forma parecida a las ondas que produce una piedra que se lanza al agua. Lo que el observatorio LIGO consiguió fue captar la huella de la fusión de dos agujeros negros.