Durante el torneo, Portugal clasificó de fase generando varias dudas en su camino, las cuales se ampliaron durante el desarrollo de la final, donde Cristiano Ronaldo tuvo que salir lesionado en los primeros minutos. Sin embargo, con una gran estrategia defensiva, cortesía de su entrenador, Fernando Santos, el equipo salió adelante y le amargó la fiesta a Francia, local del torneo y que, tras eliminar a la poderosa Alemania, se convertía en la gran favorita para llevarse el título.
Es la tercera vez en Europa, con un margen de 12 años de diferencia entre cada ocasión, que un equipo aparentemente “débil” logra alzar el título.