La capilla del Hospital La Divina Providencia está situada en la urbanización Toluca Sur, en la colonia Miramonte de San Salvador. La misa estaba convocada para las 6 de la tarde.

Una misa privada, en conmemoración de la muerte de Sara Meardi de Pinto, la madre de Jorge Pinto, director del periódico “El Independiente”, fue el escenario que escogieron los asesinos de monseñor Óscar Romero para matarlo. 24 de marzo de 1980.

Romero oficiaba su última misa. Un día antes, había promulgado la famosa homilía de “...en nombre de Dios, pues, y en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión...!”

Amado Garay conduce un Volkswagen modelo Passat, rojo, de cuatro puertas. En el asiento de atrás, viaja el asesino material de Romero, armado con un fusil, de calibre entre 22 y 25. El automóvil entró a la calle que era de adoquines y se estacionó frente a la capilla. Hay unos 35 metros de la calle hasta el altar.

El arzobispo predicaba: “Acaban de escuchar en el evangelio de Cristo que es necesario no amarse tanto a sí mismo, que se cuide uno para no meterse en los riesgos de la vida que la historia nos exige, y el que quiera apartar de sí el peligro, perderá su vida..."

Se utilizó una mira telescópica para el homicidio. El arma, sin embargo, no tenía silenciador. El motorista del Volkswagen rojo esperaba en el carro. La bala atravesó dos de las principales arterias del mártir, quién murió por una hemorragia interna.

“Que este cuerpo inmolado y esta Sangre Sacrificada por los hombres nos alimente también para dar nuestro cuerpo y nuestra sangre al sufrimiento y al dolor, como Cristo, no para sí, sino para dar conceptos de justicia y de paz a nuestro pueblo”, enunció, proféticamente, Monseñor Romero en sus últimas palabras. La grabación de esa misa permite escuchar el disparo que lo mató.