Terminan honras fúnebres

Agencias
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El mundo se apresta a despedir a Juan Pablo II. Los restos serán enterrados en el interior de la basílica de San Pedro.

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Viernes 8 de abril (4:40 a.m.) La plaza de San Pedro resonó con los aplausos de los peregrinos cuando un simple ataúd de madera de ciprés, ensamblado con colas de milano, y adornado con una cruz fue traído desde la basílica a la plaza por varios palafreneros.

Los prelados colocaron una copia de los Evangelios en el ataúd de Juan Pablo, cuyas páginas fueron agitadas por el viento, mientras un coro entonaba el himno gregoriano "Concédele, Señor, el descanso eterno".

Los cardenales, con mitras blancas, salvo los tocados con las doradas y coronas del rito oriental, ocuparon sus sitiales en la plaza y muchos tuvieron que quitarse el capelo cardenalicio debido al viento reinante.

El funeral fue celebrado por el cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio y muy allegado de Juan Pablo. Es uno de los mencionados como posible sucesor.

Ratzinger se refirió al Santo Padre como "nuestro desaparecido y querido Papa" en una homilía que recordó la vida del Pontífice desde sus días de obrero en una fábrica en la Polonia ocupada por los nazis hasta sus últimos días al timón de mil millones de católicos.

Interrumpido por los aplausos al menos en 10 ocasiones, el alemán Ratzinger, generalmente impertérrito, tuvo que contener la emoción al recordar la última aparición pública de Juan Pablo, cuando bendijo a los peregrinos desde la ventana de su estudio el domingo de Pascua.

"Podemos estar seguros de que nuestro amado Papa se encuentra hoy en la ventana de la casa del Padre, que nos ve y nos bendice", indicó el ilustre purpurado entre los aplausos de los asistentes, incluso entre los prelados, al apuntar con el dedo hacia la ventana del tercer piso que preside la plaza de San Pedro.

"Hoy, cuando enterramos sus restos en la tierra como semilla de inmortalidad, nuestros corazones están llenos de tristeza, y al mismo tiempo de esperanzadora alegría y profunda gratitud", dijo Ratzinger en italiano con un marcado acento alemán.

Interrumpido varias veces con aplausos, Ratzinger dijo que Juan Pablo fue un sacerdote hasta el final y agregó que ofreció su vida por Dios y su rebaño especialmente entre el sufrimiento de sus meses finales.

Los peregrinos que acamparon toda la noche en el empedrado de la plaza despertaron finalmente con la llegada de otros miles de personas deseosas de ocupar un lugar preferente para seguir el funeral. La plaza y las calles que conducen a ella eran un mar de banderas rojas y blancas que agitaban los peregrinos y compatriotas de Juan Pablo, muchos de ellos ataviados con trajes regionales mientras gritaban "Polonia! Polonia!"..

Los peregrinos de diversos países alzaron las banderas nacionales entre la multitud _ libanesas, españolas. croatas, estadounidenses, mexicanasy de otros confines del mundo.

Antes de comenzar la misa, el arzobispo estadounidense James Harvey, director del protocolo papal, saludó la bienvenida a los dignatarios cuando abandonaron la basílica de San Pedro, Muchos de ellos estrecharon la mano de Harvey y le ofrecieron sus condolencias antes de ocupar sus sitiales.

Las campañas enmudecieron finalmente cuando los líderes mundiales ocuparon sus sitiales, Diez minutos antes de comenzar el funeral llegó la delegación estadounidense encabezada por el presidente George W. Bush, su padre, George H.W. Bush, y su predecesor Bill Clinton.