Piden se declare santo

En paz Papa ya descansa

Vaticano/Agencias
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El cuerpo del papa Juan Pablo II fue ingresado a la basílica de San Pedro para ser sepultado en medio de una ola de aplausos que se extendió por varios minutos.

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  El Santo Padre fue sacerdote hasta el final, pues ha ofrecido su vida a Dios por sus ovejas.”  

  No olvidaremos nunca el último domingo de Pascua de su vida, que apareció (...) y dio por última vez la bendición ‘urbi et orbi’.”

Cardenal Joseph Ratzinger.

 

Hora por hora

11:02 p.m. (7:02 a.m. en Italia). Dos minutos después de lo establecido, se abre la entrada a la plaza San Pedro en medio de fuertes medidas de seguridad.

1:01 a.m. (9:01 a.m. en Italia). El cuerpo de Juan Pablo II es colocado dentro de un ataúd de ciprés.

2:05 a.m. (10:04 a.m. en Italia). El féretro con los restos de Juan Pablo sale de la basílica de San Pedro.

2:20 a.m. (10:20 a.m. en Italia). El cardenal Joseph Ratzinger da inicio a la celebración de la misa.

4:37 a.m. (12:37 p.m. en Italia). Termina la misa en honor de Juan Pablo II.

4:42 a.m. (12:42 p.m. en Italia). El ataúd con el cuerpo del Papa cruza las puertas de la basílica de San Pedro por última ocasión, en medio del aplauso y los gritos de los fieles que se extienden por varios minutos.


Juan Pablo II recibió hace unas horas su último baño de multitudes cuando miles de fieles católicos despidieron su cuerpo en medio de llantos y gritos de “santo, santo, santo”.

Los anónimos peregrinos comenzaron a llegar a la plaza de San Pedro desde tempranas horas para poder ser de los privilegiados en dar la despedida al carismático líder religioso.

Millones de fieles fueron atraídos a Roma, según las autoridades, para estar más cerca de Juan Pablo II en su despedida.

Los miles de peregrinos llenaron el Vaticano con la esperanza de ver la ceremonia, convirtiendo la plaza de San Pedro en un mar de banderas, muchas de ellas las rojiblancas polacas, el país del pontífice.

La plaza de San Pedro resonó con los aplausos de los peregrinos cuando un simple ataúd de madera de ciprés, ensamblado con colas de milano y adornado con una cruz, fue traído desde la basílica a la plaza por varios palafreneros.

Los prelados colocaron una copia de los evangelios en el ataúd de Juan Pablo, cuyas páginas fueron agitadas por el viento, mientras un coro entonaba el himno gregoriano: “Concédele, Señor, el descanso eterno”.


FOTO DE LA PRENSA/FÉLIX AMAYA
DESPEDIDA. La feligresía despidió al Papa en la misa solemne celebrada en la capital metropolitana, donde fueron evidentes las muestras de devoción.

Clamor por santidad

La misa fue celebrada por 165 cardenales liderados por el cardenal alemán Joseph Ratzinger, uno de los colaboradores más cercanos del fallecido Papa.

“Oh, Dios, concede a tu servidor y a nuestro papa Juan Pablo, que lideró tu Iglesia con el amor de Cristo, la recompensa prometida en el Evangelio”, dijo Ratzinger en una plegaria. Durante su homilía, el cardenal describió la vida del pontífice y su entrega a la labor eclesial.

Al final de su discurso, que fue interrumpido por los aplausos en 13 ocasiones, los fieles gritaron “santo, ya”, “santo, ya”, demandando que Juan Pablo II sea proclamado santo “inmediatamente”.

La “onda” se propagó en segundos por toda la plaza vaticana.

Pasado el mediodía, luego de finalizada la misa, el féretro con el cuerpo sin vida del papa Juan Pablo II fue sacado de la plaza de San Pedro para trasladarlo a las Grutas (cripta) Vaticanas, donde fue enterrado bajo tierra a pocos metros de la tumba del apóstol San Pedro.

Antes de trasponer las puertas de la basílica, el féretro fue mostrado a los fieles, que no cesaban de hacer palmas y de gritar su nombre y demandando una pronta beatificación. Los aplausos duraron por varios minutos.

“Él fue un hombre que conmovió al mundo. ¿Cómo uno no va a amar a este hombre? Quizá no esté de acuerdo conmigo, pero ¿cómo se puede no amarlo?”, decía el cardenal estadounidense Theodore McCarrick.

Varios millones de personas, que no pudieron acceder a la plaza San Pedro, siguieron el funeral en pantallas gigantes de televisión colocadas en diferentes plazas romanas y en el Coliseo Máximo.