|
La imagen del papa viajero
será la más recordada Apuntes para una biografía de Wojtyla mundo@laprensa.com.sv El pontífice más mediático y peregrino se dedicó a trabajar por el diálogo entre las culturas y comunicar la esperanza.. |
|
|||||||
|
El pontificado del papa Juan Pablo II se podrá recordar por la ideología conservadora con la que trató de imbuir al catolicismo, o, por el contrario, por su defensa del reparto de la riqueza en el mundo y la crítica del consumismo desmesurado del sistema capitalista. Quizás será evocado porque su papado ha sido uno de los más largos de la historia, o por el atentado que casi acaba con su vida y que dejó maltrecha su salud, prematuramente envejecida. Pero en la memoria popular no hay duda de que su imagen permanecerá asociada con un apelativo que ya hizo fortuna hace tiempo, la de papa viajero. Con mucha mayor razón si se tiene en cuenta que sus antecesores no pusieron un pie fuera del Vaticano. La labor pastoral sobre el terreno Karol Wojtyla la dejó clara desde el principio. La labor pastoral de la confesión católica obligaba a predicar sobre el terreno, y para que el mensaje calase, este debía ir acompañado con el mensajero a todas partes. En los tres primeros años desde su elección, en 1978, había visitado ya cuatro continentes. Al final de su papado, Juan Pablo II había conocido en viaje oficial más de 120 países, muchos de ellos en varias ocasiones. Aquel ánimo viajero le procuró desde luego sin pretenderlo expresamente alcanzar una serie de hitos en la historia de la confesión católica. Así, fue el primer papa en pisar el Polo Norte; el primero en sobrevolar primero, y pisar después, suelo soviético; pionero a la hora de rezar en una mezquita, años después de visitar un país musulmán ninguno lo había hecho antes. Por innovar, hasta ha llegado a ser el único jerarca que ha traspasado la barrera del sonido durante un vuelo a bordo del Concorde.
Viajes históricos Algunos de los desplazamientos de Juan Pablo II han adquirido una importancia histórica. Uno de los primeros, recién llegado prácticamente al Vaticano, lo hizo a su tierra natal, Polonia con el tiempo la visitaría en numerosas ocasiones. Allí se interpretó como un apoyo al proceso de apertura democrática que entonces representaba el sindicato Solidaridad, encabezado por Lech Walesa, frente a la dictadura comunista que imperaba en el país. 1982, pasado un año desde el atentado frustrado que intentó acabar con su vida, demostró la capacidad de recuperación y de aguante de Karol Wojtyla. En ocho meses, siete visitas pastorales que incluyeron nueve países. Entre ellas, aparte de la que realizó a España con ocasión del cuarto centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús, destaca la que lo llevó a Argentina para mediar en el conflicto bélico entre este país y Reino Unido para dirimir la soberanía de las islas Malvinas. De gran carácter simbólico se puede considerar su viaje a Santo Domingo en 1992, con ocasión del quinto centenario del inicio de la evangelización en América, uno de sus destinos preferidos y más frecuentados. Como lo ha sido también el continente africano, territorio que por el carácter sincrético de sus religiones animistas, cristianos y musulmanes conviven en porcentajes parecidos en muchos de aquellos países ha obligado a cuidar con especial mimo la labor pastoral hacia sus habitantes. Pero si de simbolismos se trata, los desplazamientos de los últimos años de Juan Pablo II son los más significativos. En 2000 realizó una gira por Oriente Próximo que incluyó Israel, Palestina, Jordania y Egipto. El Papa recorrió los santos lugares y los más significativos emplazamientos de la historia del cristianismo, el judaísmo y el islamismo. En enero de 1995, Juan Pablo II dirigió una ceremonia religiosa en Manila, Filipinas, que reunió a cuatro millones de fieles, la mayor multitud que congregó a lo largo de su pontificado.
La herencia y agenda que dejó al sucesor
Roma/Agencias El papa Juan Pablo II dejó una Iglesia católica que, según las cifras más actuales, dispone de 1 mil 92 millones de fieles en los cinco continentes. Con ello, es la mayor de las confesiones cristianas. A su vez, el cristianismo, con unos 2 mil millones de creyentes, es la más grande de las religiones , seguida de los musulmanes, con 1 mil 300 millones. Al comienzo del pontificado de Juan Pablo II, en 1978, la Iglesia católica disponía solo de 749 millones de creyentes. Sin embargo, pese al fuerte aumento registrado en cifras absolutas, la proporción de católicos sobre la población total mundial ha disminuido. En el mismo plazo, el número de habitantes del planeta prácticamente se ha duplicado. Pese a que el centro de poder de la Iglesia se encuentra en Europa, el Viejo Continente alberga en el año 2005 solo el 25 por ciento de los católicos del mundo. La mitad de los creyentes, unos 500 millones, viven en el continente americano, mientras que las mayores tasas de crecimiento se registran en África, con un 4.5 por ciento anual. Las Expectativas en Europa En los países europeos, sean o no de perfil católico, esperan a un sucesor de Juan Pablo II que sea más ecuménico y más atento a la diversidad dentro de su propia Iglesia. Las jerarquías católicas se muestran prudentes a la hora de transmitir sus expectativas, que podrían parecer críticas al papa que acaba de fallecer. En Francia, el presidente de la Conferencia de los Obispos, Jean-Pierre Ricard, cita el diálogo con las demás religiones al referirse a los temas que esperan al futuro papa. A nivel de sacerdotes franceses se tiene la esperanza de una reconciliación con la sociedad civil y un relanzamiento del espíritu del Concilio Vaticano II y de los debates sobre el papel de la mujer, el divorcio, el celibato de los sacerdotes, la contracepción y la homosexualidad. |