En cuatro votaciones eligieron a Benedicto XVI
Cardenales tuvieron un cónclave corto

Vaticano/Agencias

Se cumplieron los pronósticos de un cónclave corto. La rapidez en la elección mantiene la tónica de los últimos decenios, en los que no se han superado las once votaciones.

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26 horas para una “fumata blanca”

El nuevo Papa, Benedicto XVI fue elegido en 26 horas, uno de los procesos más breves de elección en la historia de la Iglesia católica.

El 18 de abril a las 16:30 hora local, los cardenales entran en procesión a la Capilla Sixtina.

A las 17:25 horas: Con la fórmula “extra omnes” (todos fuera) abandonan los que no son electores la Capilla Sixtina. Los enormes portones se clausuran. Los cardenales proceden en la tarde a la primera ronda de votación.

Ayer a las 20:04 horas: De las chimeneas de la Capilla Sixtina sale humo negro, signo inequívoco de que todavía no se ha elegido a un nuevo Pontífice.

Hoy, a las 9:00 de la mañana, hora local, los cardenales electores se congregaron nuevamente a puertas cerradas en la Capilla Sixtina.Se producen dos rondas de votación.

A las 11:50 horas, de la chimenea de la Capilla Sixtina sale humo negro.

A las 15:51 horas, los cardenales se vuelven a dirigir a la Capilla Sixtina para nuevas rondas de votación.

17:50 horas: Se elige al nuevo Papa: sale humo blanco de la chimenea de la Capilla Sixtina. Poco después, suenan las campanas del Vaticano. Decenas de miles de fieles se dan cita en la Plaza de San Pedro.

Los príncipes de la iglesia sólo tardaron 26 horas en elegir como Pontífice al cardenal alemán Joseph Ratzinger, que tomará el nombre de Benedicto XVI

La fumata blanca que anunció el acuerdo de elección del Papa ocurrió a las 17:50 hora de Italia, una hora antes de la hora prevista para quemar las papeletas en caso no hubiera acuerdo.

 

De acuerdo con los cálculos, sólo fueron necesarias cuatro votaciones, las mismas que se llevaron a cabo para escoger a Juan Pablo II y una más que en el caso de Pío XII, para que los príncipes de la iglesia llegaran a un acuerdo.

Los cardenales votaron una vez el lunes por la noche, dos el martes por la mañana y la decisiva el martes por la tarde.

La rapidez en la elección mantiene la tónica de los últimos decenios, en los que no se han superado las once votaciones.

Pío XII fue elegido con tres votaciones y en apenas 24 horas; Juan Pablo I, con cuatro; Pablo VI, con cinco; Juan Pablo II, con ocho, y Juan XXIII, con once.

 

Apuestas se cumplen

Los días anteriores al cónclave los expertos ya pronosticaban que esta elección sería corta, ya que la Iglesia no deseaba extenderla por mucho tiempo para no dar la impresión de que se encuentra dividida.

“Sólo han pasado 24 horas, es sorprendente qué rápido fue elegido”, se asombró la Radio Vaticano en su primer comentario.

Ratzinger fue elegido en el segundo día tal como sucedió en el caso de Pío XII, cuyo nombre se conoció en la que era hasta ahora la asamblea más breve celebrada en las últimas décadas.

Fue el 1 de marzo de 1939, cuando el nombre de ese papa , que sucedió a Pío XI, fue también dado a conocer en el segundo día de votaciones.

A ese cónclave le precedió el más largo del siglo XX y al que se conoce como uno de los más tensos y disputados y del único que se sabe que alguno de los presentes fue excomulgado por romper las reglas.

El anterior Papa que llevó el nombre de Benedicto, antes de Joseph Ratzinger, fue Benedicto XV, quien salió elegido en el cónclave celebrado entre el 31 de agosto y el 3 de septiembre de 1914, en plena Guerra Mundial.

Posteriormente, el 2 de febrero de 1922 se abrió el cónclave que sería el más largo del siglo, donde fue elegido Papa Pío XI.

Sin embargo, el cónclave más largo de la historia comenzó en 1268, en la región italiana de Viterbo, y duró dos años, nueve meses y dos días. Ni siquiera cuando les recortaron drásticamente los alimentos lograron los cardenales alcanzar la necesaria mayoría de dos tercios.

Sólo cuando la indignada población empezó a llevarse el tejado que cubría la sala donde estaban reunidos se eligió al papa Gregorio X, en septiembre de 1271, y más que nada por miedo a las primeras tormentas de otoño (boreal).