La Iglesia Católica del tercer milenio
Los retos que esperan al nuevo Sumo Pontífice

J. Marirrodriga/El País, EFE

Los dos principales retos que debe enfrentar la Iglesia Católica en América Latina son el avance del protestantismo, especialmente de movimientos pentecostales, entre las clases medias y bajas, y la exigencia de respuestas sociales.

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Católicos en América

En América Latina se calcula que hay unos 528 millones de católicos, de ellos, 150 millones se encuentran en Brasil.

Presencia

Asia y Oceanía estuvieron representados en el cónclave por 12 cardenales, entre ello el arzobispo de Bombay, Ivan Días, fuerte candidato a ser papa.

El cardenal Joseph Ratzinger es el prelado alemán que representa la línea más dogmática de la Iglesia, con unas ideas que a menudo chocan con las corrientes liberales de su país de origen, donde se le ha llegado a acusar de inquisitorio.

El nuevo Pontífice deberá enfrentar una iglesia con debilidades en diversos flancos.

En el caso de América Latina, los dos principales retos son el avance del protestantismo, especialmente de movimientos pentecostales, entre las clases medias y bajas, y la exigencia de respuestas sociales.

Las cifras de fieles que se pasan a otras ramas del cristianismo preocupan a la Iglesia católica, e incluso en algunos países de Centroamérica se baraja la posibilidad de que naciones tradicionalmente católicas terminen siendo protestantes.

En América Latina hay unos 528 millones de católicos, de ellos, 150 millones en Brasil, uno de los países donde más rápidamente avanzan las iglesias evangélicas y donde mayor repercusión tienen los movimientos eclesiales católicos vinculados a la acción social.

El otro foco geográfico donde se produce un auténtico chorreo de fieles es Centroamérica, especialmente en países como El Salvador, Guatemala y Honduras.

Y aunque no haya un enfrentamiento tan enconado con la jerarquía vaticana como hace años, significativos sectores del clero latinoamericano esperan un cambio en la visión que desde Roma se tiene de su labor.

Pero la Iglesia católica también está preocupada por un fenómeno reciente que se da: el paso de fieles a otras creencias vinculadas con movimientos agnósticos, esotéricos y new age promovidos desde el Oeste de Estados Unidos.


EUA y Canadá, crisis por escándalos

José Manuel Calvo/El País

Entre Canadá y Estados Unidos hay 80 millones de católicos.

En Estados Unidos, el catolicismo es la minoría mayoritaria (26%) de las confesiones religiosas, aunque la suma de todas las diversas denominaciones protestantes es el doble. Aunque latinos y asiáticos han alimentado notablemente las filas católicas, se calcula que cada año, medio millón de hispanos se integran en las iglesias evangélicas y protestantes. En Estados Unidos, la asistencia a misa ha bajado en un 40 por ciento en el último medio siglo y el número de sacerdotes ha descendido un 26 por ciento.

Aunque la información financiera vaticana es opaca, la Iglesia estadounidense es la que más dinero aporta a Roma, seguida de Alemania. Pero los escándalos de abusos sexuales a menores (cuyas salpicaduras llegan a Canadá), que provocaron la dimisión de ex arzobispo de Boston, cardenal Bernard Law, han costado a la iglesia 840 millones de dólares y han llevado a tres diócesis —Spokane, Portland y Tucson— a la bancarrota.

La Iglesia estadounidense no es monolítica. Los católicos admiraban al Papa, pero muchos discrepaban de su liderazgo moral. La Iglesia está en contra del aborto y de la investigación con células madre, pero también de la pena de muerte. La cúpula de la Iglesia y los sacerdotes de más edad, formados en el Concilio Vaticano II, se identifican más con las tendencias progresistas y apoyan cambios en la Iglesia, mientras que los sacerdotes más jóvenes asumen las enseñanzas de Juan Pablo II.


Europa: La “traición constitucional”

La cuna del catolicismo se negó a incluir en su Constitución la “herencia cristiana”, lo que no ha agradado a la Iglesia católica.

Gabriela Cañas/El País

Europa, la cuna del catolicismo, es hoy el origen de muchos quebraderos de cabeza en el Vaticano. Al progresivo laicismo se han unido en los últimos años iniciativas de la Unión Europea que han alentado el desencuentro. La más importante es la negativa europea a mencionar en la Constitución su “herencia cristiana”. Y ello a pesar de que Juan Pablo II intercediera personalmente ante el presidente de la Convención que redactó el proyecto, Valèry Giscard d’Estaing.

Una vez aprobada la Constitución, el caso Buttiglione, en otoño pasado, terminó por desatar las iras vaticanas.

Tras un largo debate, el político italiano Rocco Buttiglione fue descartado para formar parte de la Comisión Europea por declarar públicamente que la homosexualidad es pecado y defender el papel tradicional de la mujer en la familia. El cardenal Renato Martino calificó el asunto de “inquisición anticristiana” y el cardenal Angelo Sodano aseguró que ya es tradicional que los cristianos estén discriminados en Europa.

Frente a la pérdida de peso del catolicismo en Europa occidental, la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE) ha dado la bienvenida a la ampliación al Este, que ha supuesto la entrada de la católica Polonia, y, en general, aplaude el proyecto de la UE, basado en los valores de la solidaridad y la democracia. Pero los desencuentros continúan. Hace sólo unos días, COMECE lamentó que la Comisión Europea mantenga su apoyo a los ensayos con células madre. Pero el principal problema europeo para la Iglesia es su creciente laicismo.


Asia, un terreno aún por sembrar

José Reinoso/El País

Asia es el lugar de nacimiento de todas las mayores religiones del mundo. Pero mientras el grueso de los fieles del islamismo, el hinduismo o el budismo vive en este continente, no ocurre lo mismo con el cristianismo. Sobre una población total de tres mil 800 millones que personas, sólo hay 325 millones de cristianos, y de éstos, los católicos son 117 millones. En Oceanía, hay 8.3 millones de seguidores del Vaticano.

Las exiguas cifras de católicos en esta zona, que agrupa a más de la mitad de la población mundial, es uno de los mayores retos a los que se enfrentará el próximo papa. La región está dominada por otras religiones —hay 869 millones de musulmanes, 830 millones de hindúes, y 366 millones de budistas—, y sólo en Filipinas los seguidores de la Santa Sede son mayoría.

No obstante, a diferencia de Europa, el número de creyentes va al alza. Y aún hay terreno por sembrar. Juan Pablo II nunca pudo visitar China. Y éste será uno los grandes desafíos para Benedicto XVI: mejorar las relaciones con un país con el que Roma rompió lazos diplomáticos hace más de medio siglo, y en el que se estima que unos 10 millones de fieles practican el culto en la clandestinidad porque se niegan a unirse a la Iglesia Católica Patriótica, la única que reconoce Pekín.


África, una región en crecimiento

G. Fourmont/El País

Guerras, golpes de Estado, dictaduras, malaria y sida, hambruna, exilio... África, el continente olvidado. Quizá no lo sea para el gobierno del Vaticano.

África, que cuenta con más de 143 millones 350 mil de fieles, es la región donde el número de católicos más se incrementó en los últimos años —un 4.5 por ciento en 2003—.

La mayoría vive en República Democrática de Congo, Angola, Camerún y en el golfo de Guinea. Once cardenales africanos participaron en el cónclave, uno de ellos, el nigeriano Francis Arinze, prefecto para el Culto Divino, era considerado un candidato serio al papa; sin embargo, su elección se veía poco probable.

Los viajes del anterior Papa Juan Pablo II reflejaron una verdadera preocupación por el continente, aunque no apoyó la distribución de condones para luchar contra el sida.

África también representa un desafío para la paz y la democracia. Un ejemplo: la Comunidad de San Egidio logró que milicias ruandeses hutus abandonasen la lucha armada y que se vislumbrara una esperanza de paz en la República Democrática del Congo.