Roma está abarrotada La capital italiana ha tenido que organizar el transporte y el alojamiento de cientos de miles de visitantes en 24 horas, algo que usualmente toma meses de preparación y acondicionamiento. |
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Los peregrinos de los cinco continentes llegan a Roma en tren. A solo media hora del aeropuerto internacional Fuimicino, en un país donde los taxis son caros, Termini, la principal estación ferroviaria de la capital italiana es estos días la principal puerta de entrada de los cientos de miles de personas que tratan de ver a Juan Pablo II antes de su funeral. Sus pasillos son, pues, el cuello de embudo por el que destila el constante goteo de fieles y en el que se cruzan los desconciertos de todos ellos al llegar a una ciudad que en muchos casos, aun siendo italianos, no conocen. Maciej Giemza es un polaco recién aterrizado. Mide cerca de dos metros y carga una mochila con lo necesario para cuatro noches. Quiere regresar a casa, en Dansk, el sábado, tras las exequias. “¿Dónde vas a dormir?” le pregunto. “Esperaba que tú me lo digas”, responde. No le faltará cama. Pese a la afluencia de visitantes, que aparentemente superará en mucho los cálculos iniciales, los albergues dispuestos por la Alcaldía de Roma no están ni mucho menos repletos. La mayoría se ha alojado en el enorme recinto de Torre Vergatta, el lugar donde en 2000 el Papa celebró el jubileo con los jóvenes, y el estadio olímpico ni siquiera ha tenido que ser abierto. De las 1,200 camas dispuestas en la Feria de Roma, solo 120 se utilizaron el martes por la noche y no esperan mucho más para la de hoy. “La mayoría son italianos y el tercio restante europeos: irlandeses, polacos, franceses...”, explica uno de los voluntarios del lugar. Abrieron el lunes por la tarde y le dieron la razón a quienes el domingo se quejaban de la falta de los refugios prometidos y tuvieron que optar por dormir en la plaza de San Pedro. Peregrinos a granel Mierco Ciachito es, precisamente, italiano, de Bérgamo. Acaba de llegar a Termini y entre la marea de mochilas, hábitos religiosos de todos los colores y tocados y boy scouts de todas las esquinas del país, explica que dormirá en casa de un amigo. Así lo hicieron tres jóvenes de Lecce que regresan a casa después de apenas 36 horas en Roma para visitar la capilla ardiente. Si uno no quiere hotel, en Roma sobran camas... y trenes. Serena Scipioni, de la dirección de comunicaciones de Trenitalia, la empresa de ferrocarriles, asegura que el flujo normal de medio millón de personas que registra Termini se ha incrementado en un 30% el lunes, y que esperaban que ayer creciera otro 30%. Con cierta cara de susto explica que esperan mantener el ascenso hasta el domingo. Han dispuesto 43 trenes extra cada día a las principales estaciones de Italia y cerca de 56 para trayectos regionales. En todas las estaciones hay una legión de voluntarios para informar a quien se pierda. “¿Qué autobús puedo coger?” pregunta un español despistado, esta vez un turista. “Depende de adónde quieras ir”, le contesta en italiano un carabinieri incrédulo. “A algún lugar interesante por aquí”, responde. Alguien debería explicarle a este joven que está en Roma. |