MILAGRO. La religiosa Ofelia Trespalacios asegura que el papa Juan Pablo II la curó de forma milagrosa de una enfermedad incurable en el oído en 1985.
Monja dice Juan Pablo II la sanó

Bogotá/AFP, EFE
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La hermana Ofelia Trespalacios padecía en 1985 de un problema en el oído que le afectaba el equilibrio y que los médicos habían calificado como “incurable”.

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¿Otro milagro?
Los padres de la hoy adolescente Angélica María Bedoya están convencidos de que su hija fue curada por Juan Pablo II cuando el Papa, que visitaba Paraguay, le tocó la cabeza y oró por ella con los ojos cerrados, cuando tenía dos años.

El episodio ocurrió en Caacupé, el 18 de mayo de 1988. La niña se encontraba en estado grave y fue rescatada del gentío por el entonces obispo de la diócesis local, monseñor Demetrio Aquino (ya fallecido).

Por intermediación de monseñor Aquino, la niña fue llevada hasta el pontífice en la sacristía, antes de la misa. El Papa “tocó la cabeza de la niña y cerró los ojos para rezar por ella”, dijo el diario “Última Hora”.

La madre, María Angélica Bedoya, dijo que está convencida de que ese gesto del Papa salvó a su hija de morir de hidrocefalia, enfermedad que padecía desde su nacimiento.

Hoy Angélica María cuenta con 19 años. Finalizó su bachillerato en 2004 y fue la mejor alumna. Recibió dos medallas de oro y dice ser una devota del Papa, según el diario.

Una religiosa colombiana, la hermana Ofelia Trespalacios, aseguró que la bendición del papa Juan Pablo II, hace 20 años en Roma, la curó de una penosa enfermedad en el oído que le afectaba el equilibrio y que los médicos dictaminaron como “incurable”.

“Cuando (el Papa) murió, sentí mucha tristeza, pero también mucha alegría porque me acordé de lo que él había hecho por mí. Le dije a toda mi familia que él me curó”, declaró la monja.

La religiosa, de 90 años y quien desde hace 63 pertenece a la comunidad de las Hermanitas de los Pobres de San Pedro Claver, recuerda el momento en que vio en persona al pontífice en 1985.

“Fue en el Palacio de Castelgandolfo con motivo de un viaje de nuestra superiora, quien me pidió que la acompañara como regalo a las bodas de oro de mi consagración religiosa”, evocó.

“No quería ir”

“Yo no quería ir porque estaba sufriendo esa enfermedad muy tremenda. Los médicos me habían dicho que no sabían con exactitud qué era, que tenía algo en el oído, pero que era incurable. Fui tratada en hospitales de Caracas y en el de (la población colombiana de) Támesis”, agregó.

“Por la enfermedad tuve que ser hospitalizada varias veces, pero mi mejor médico resultó ser el Santo Padre”, recordó la mujer, que actualmente vive en Medellín.

El día de la cita con el pontífice “nos colocaron en medio de un gigantesco patio empedrado. Fuimos junto con 15 hermanas que estaban en Europa”.

“El Papa dijo la misa desde el corredor y después que nos dio la comunión nos mandó a decir que nos pusiéramos en la esquina izquierda”, narró.

“Él empezó a repartir rosarios y yo, como soy tan alta, quedé atrás de las hermanas. Cuando llegó a mí, me fue a dar el rosario, (pero) le tomé la mano y se la apreté. ‘Santísimo padre, deme una bendición; rece para que se me quite la enfermedad que no me deja’, le dije”, añadió la religiosa.

“Él se sonrió, tomó mis manos y en voz baja me dijo: ‘Reza’. Recé el acto de contricción. Él sacó las manos de las mías, me tapó la cara desde la frente, me bendijo y rezó dos minutos. Quitó las manos, me sonrió y me dio el rosario. Yo quedé curada”, concluyó.

Desde ese día no volvió a padecer de vértigo, aseguró. “De haber continuado con la enfermedad, yo me hubiera muerto y no habría cumplido los 90 años que ahora tengo”, subrayó Trespalacios.

Testimonio listo

El testimonio de la religiosa sería de importancia en caso de un proceso de canonización de Juan Pablo II.

“Él es un santo”, declaró la monja. “Cuando me pidan testimonios sobre el Papa los daré, porque eso fue un milagro”.

Aclaró que hasta el momento no ha recibido petición alguna de las autoridades religiosas para que relate su experiencia.

“Si es para la gloria de Dios y para que al Santo Padre lo confirmen en los altares, estoy dispuesta a narrar mi relato donde quieran”, concluyó la religiosa.

Su sobrino le informó que tres sacerdotes están investigando “otro milagro” de Juan Pablo II en el caribeño puerto de Barranquilla, adonde piensa trasladarse para vivir allí hasta el día “que Dios y el papa quieran”.