Testamento del Papa indica que consideró renunciar

Reuters
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El Papa le pidió a Dios le indicara hasta cuándo seguir en el cargo máximo de la Iglesia Católica.

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El papa Juan Pablo II habló siempre en nombre de la mitad de la humanidad que vive con menos de dos dólares al día.

El testamento y última voluntad del Papa Juan Pablo II indica que en el año 2000 estuvo atormentado sobre si debía renunciar tras guiar a la Iglesia Católica al nuevo milenio.

En el testamento, escrito durante más de dos décadas y divulgado hoy, el Papa también dice que en los primeros años de su pontificado consideró la posibilidad de un funeral en Polonia.

“Espero que El (Dios) me ayude a entender hasta qué momento tengo que continuar en este servicio al que él me convocó el 16 de octubre de 1978” dijo el Papa en el testamento, refiriéndose a la fecha en la que fue elegido Pontífice.

Ese pasaje fue escrito en el 2000. El Papa creía firmemente que su misión era liderar a la iglesia hacia el nuevo milenio. Para esa época, la salud del Papa había empeorado seriamente y la enfermedad de Parkinson lo estaba afectando.

El Papa dice en el testamento que estaba listo para morir en cualquier momento. La muerte parecía estar siempre en su mente desde el fallido intento de asesinato que enfrentó en 1981. El testamento, un documento más que nada espiritual, pide que todas sus notas personales sean quemadas.

En la última sección, que fue escrita en polaco, el Papa agradece a la Iglesia Católica, a otras religiones -especialmente la judía-, a los artistas, científicos y políticos por su respaldo durante su pontificado. Juan Pablo II falleció el sábado pasado y su funeral se realizará el viernes en el Vaticano. En su testamento, el Papa dijo que quería ser enterrado “en la tierra, no en una tumba”.

En una sección del testamento, escrita el 5 de marzo de 1982, casi un año después del intento de asesinato, él hace una referencia a su “lugar de funeral”. En esa parte dice que quería que el Colegio Católico de Cardenales “satisfaga lo máximo posible” el deseo del cardenal de Cracovia y de toda la conferencia de obispos de Polonia. Dos años después, especificó en otra anotación que el Colegio de Cardenales ya no estaba obligado a pedir a los obispos polacos su opinión sobre su funeral