Roma paralizada ante el funeral del Papa

EFE
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Peregrinos han esperado hasta 16 horas para despedirse del pontífice.

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El papa Juan Pablo II habló siempre en nombre de la mitad de la humanidad que vive con menos de dos dólares al día.

Abril 7 (2:00 p.m.) La afluencia de peregrinos a Roma para despedir a Juan Pablo II llegó a su punto máximo hoy, día en que se conoció, por su testamento, que el Papa pensó en renunciar y víspera del solemne funeral al que asistirán gobernantes de todo el mundo.

La multitud que siguió hoy desfilando hacia la capilla ardiente del Vaticano se tiñó de los colores de Polonia, ya que fueron compatriotas del Pontífice fallecido el pasado sábado los principales protagonistas de la jornada, aprovechándose de la "mano ancha" para que se incorporaran a la fila, cerrada anoche.

Protección Civil calcula que un millón de polacos estarán mañana en Roma durante el funeral, al que se calcula que puedan asistir cerca de cuatro millones de personas desde diversos puntos de la ciudad, ya que en la Plaza de San Pedro y las vías adyacentes sólo caben unas 300 mil.

Los polacos que llegaron hoy a la capital italiana por diversos medios -se habla de más de 700 autobuses- conocieron entonces, al difundirse el testamento del Pontífice, que Juan Pablo II pensó en la posibilidad de renunciar al papado tras el jubileo del año 2000.

"A medida que el Año Jubilar avanza se cierra detrás de nosotros el siglo XX y se abre el XXI. Según los designios de la Providencia me ha tocado vivir en el difícil siglo que se acaba y ahora en el año en que cumplo 80 años es necesario preguntarse si no es el tiempo de repetir como el bíblico Simón 'Nunc dimittis" (he visto al Señor y ya puedo morir'", escribió.

En sus disposiciones testamentarias se puede comprobar que en 1982 no descartó ser enterrado en Polonia, aunque tres años después dio libertad de decisión sobre este extremo a los cardenales, con la indicación, sin embargo, de que quería ser inhumado bajo tierra.

Su cambio de idea puede deberse a las consultas que hizo a destacados cardenales, entre ellos el francés Jacques Martíns, a quien le preguntó qué le parecía la idea de que fuera enterrado en la catedral de Cracovia y aquel le respondió que haría felices a los polacos y desilusionaría a la cristiandad.

El testamento fue escrito el 6 de marzo de 1979, pocos meses después de ser elegido Papa y ampliado con añadidos en 1980, 1982, 1985 y 2000. En el documento manuscrito Juan Pablo II señala que no deja "ninguna propiedad de la que sea necesario disponer".

Asimismo, ordena que sus cosas de uso diario "sean distribuidas como se considere oportuno", que sus apuntes personales "sean quemados" y que todo este proceso lo vigile su secretario, Estanislao Dziwisz, al que agradece su colaboración y ayuda.

Mientras se divulgaban las últimas voluntades del Papa polaco, se daban los últimos retoques a los preparativos del solemne funeral que precederá a su entierro en la cripta vaticana, el único ritual de las exequias que no será retransmitido por televisión.

La misa de despedida en la Plaza de San Pedro estará precedida de una procesión con los restos mortales del Papa, introducidos en un féretro de ciprés forrado de terciopelo carmesí, que será cerrado en presencia del Camarlengo, el cardenal español Eduardo Martínez Somalo.

El decano del Colegio Cardenalicio, el alemán Joseph Ratzinger, presidirá la celebración litúrgica, junto a otros 164 purpurados y con la asistencia del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y el primado de la Iglesia Anglicana, Rowan Williams.

En el funeral participarán unas 200 delegaciones, entre ellas la de España, encabezada por los Reyes, Juan Carlos y Sofía, e integrada por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, y el líder de la oposición, Mariano Rajoy.

La delegación española, al igual que hizo ayer miércoles la de Estados Unidos, encabezada por el presidente George W. Bush, acudió nada más llegar en la tarde-noche de hoy a Roma a la capilla ardiente del Papa en el Vaticano para rendirle homenaje.

Con la llegada de los gobernantes de todo el mundo, las autoridades italianas completaron el despliegue de seguridad puesto en marcha para este acontecimiento excepcional, que incluye más de 15 mil agentes de la Policía y soldados del Ejército y sofisticados medios de defensa estratégica.

La ciudad de Roma, convertida así en un duelo multitudinario, se acerca a la hora crítica del funeral, sobre el que se proyectará la mirada de todo el mundo, a través de las retransmisiones en directo que hará la televisión.