Obispos rinden su honor social@laprensa.com.sv La curia católica salvadoreña y el embajador del Vaticano en el país le rindieron ayer un homenaje póstumo a Su Santidad con una misa en la histórica Catedral Metropolitana. |
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Las altas autoridades de la Iglesia católica y el Gobierno de El Salvador dieron ayer por la tarde el adiós oficial a uno de los hombres más queridos en El Salvador, Su Santidad Juan Pablo II. La concelebración de una misa en Catedral Metropolitana fue el acto principal de una semana durante la cual la feligresía católica salvadoreña acompañó en la lejanía las exequias del Sumo Pontífice. Las puertas de catedral fueron cerradas y hubo opiniones encontradas por este motivo (ver notas en páginas aparte). La labor pastoral de Juan Pablo II fue saludada, mediante la lectura del fragmento bíblico de las bienaventuranzas. “Bienaventurados los que tiene hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados; bienaventurados los limpios del corazón, porque ellos verán a Dios”, dice el Evangelio, según San Mateo. Otras lecturas Entre las lectura bíblicas del día, también figuró una del Apocalipsis que propone que existe la posibilidad de un mejor futuro: “Sobre el hombre justo se puede edificar la nueva Jerusalén”, dice el texto. Para el párroco Jesús Delgado, que participó ayer de la celebración litúrgica, el Papa fue un incansable hombre que desde su púlpito enfrentó a poderosos, y en su peregrinaje se acercó a los más desposeídos del planeta. El “hombre justo”, según las escrituras, es aquél que siempre cumplió la voluntad de Dios, y para el pueblo salvadoreño, como el mundo católico, no hay duda de que Juan Pablo II cumplió a cabalidad en cada uno de estos requisitos, hasta el fin de su vida, dijo el padre Delgado, al comentar las Santas Escrituras católicas. La misa, que fue oficiada por el nuncio apostólico Giacinto Berlocco contó con la presencia de representantes de los tres poderes del Estado así como con la asistencia del cuerpo diplomático acreditado en el país. La concelebración fue convocada por los 11 obispos salvadoreños, quienes de esta manera le rindieron un homenaje póstumo a Su Santidad, cuyos restos mortales están bajo tierra en el Vaticano, luego de que su cuerpo fue exhibido por nueve días en la basílica de San Pedro. Durante la mañana de ayer, hubo también una celebración similar en San Miguel, donde los obispos del oriente del país se juntaron para rendir tributo al Sumo Pontífice polaco.
El simbolismo del morado La vestimenta morada que utilizaron los obispos ayer en la misa concelebrada a la memoria de Su Santidad Juan Pablo II tiene un significado: esperanza. De acuerdo con la doctrina y la fe católica, ahora el Papa ha pasado a una vida nueva y es por ello que los obispos salvadoreños le han rendido honores de esa manera. Todos están convencidos de que el paso que le sobreviene a Su Santidad es la esperanza de la resurrección. En la antigüedad, en la época del Renacimiento, la muerte era considerada como una tiniebla, como una oscuridad, no había esperanza, con la muerte se terminaba todo, quedaba negro, asegura monseñor Jesús Delgado. Pero ese concepto sobre el negro, no iba acorde a las nuevas doctrinas de la Iglesia. Y por ello el color negro de luto fue suplantado por el morado, símbolo de esperanza para la Iglesia.
El Papa es un bienaventurado Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. El Evangelio de San Mateo lo establece (capítulo 5), y ayer en Catedral Metropolitana este fue el evangelio que dedicaron a la memoria de Su Santidad Juan Pablo II. La solemnidad se mantuvo a lo largo de cada una de las lecturas, una de las cuales fue leída por el presidente de la República, Antonio Saca. Y es que su afán de trabajo por la paz fue uno de los factores que más se resaltaron del papa polaco, quien ya ha sido enterrado la mañana de este viernes en Roma. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos, prosigue el Evangelio, como es el deseo de los feligreses congregados en la catedral, cuyas puertas debieron ser cerradas, por razones de seguridad de diplomacia. Wojtyla nos dejó huerfanos Su muerte ha provocado un profundo dolor y un fuerte sentimiento de orfandad, dijo el arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle al dirigirse a casi un millar de personas congregadas, unos en la nave central de Catedral y otra numerosa cantidad en la cripta. La homilía era en memoria del Sumo Pontífice, quien falleció el sábado recién pasado. Sáenz le recordó a los fieles que la palabra del Papa siempre ha estado atenta a los acontecimientos mundiales más trascendentales. Resaltó su alta voluntad para resolver conflictos, pero sobre todo para llevar el Evangelio hasta cada uno de los países. A este pulgarcito de América vino en dos ocasiones, dijo el arzobispo, y si en su momento, sus palabras se hubieran escuchado, quizá otra sería la historia de los salvadoreños.
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