Honores del Estado en la iglesia

Ricardo Valencia
mundo@laprensa.com.sv

Miles de fieles se dieron cita ayer en la misa en honor del papa Juan Pablo II, celebrada en una catedral muy custodiada.

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PLEGARIAS. En la mente de la feligresía salvadoreña permanecerá grabado el recuerdo del Papa, quien invitó a los salvadoreños a ser “artesanos de la paz”.


Los únicos hombres vestidos de saco que permanecieron de pie durante toda la misa en honor del Papa eran los encargados de la seguridad, los cinco funcionarios “parados” al no haber una banca libre en el área reservada para los principales líderes políticos de El Salvador y diplomáticos.

El sector “seguro” se ubicó a tan solo tres metros del púlpito de Catedral al tiempo que unos controladores de flujo lo aislaban del resto de católicos provenientes de estratos populares quienes agradecían a Dios la oportunidad de atestiguar el adiós oficial al Papa de la Iglesia católica salvadoreña.

No era para menos, minutos antes de las cinco de la tarde, la Policía cerró sus portones y aisló a los asistentes por razonas de seguridad.

Nadie podía pasar al recinto que estuvo atestado de policías, guardaespaldas y soldados.

El director de la PNC, Ricardo Meneses, calculó que más de 200 efectivos de seguridad cuidaron a los centenares de fieles en el interior del templo. No quedó ni un metro sin armas; si eso fallaba, un helicóptero sobrevoló el lugar durante las dos horas de la misa.

“Quería darle el último adiós al Papa que tanto nos ayudó”, dijo María Antonia Peña, que ondeaba una bandera del Vaticano en su mano izquierda.

El ladrón de obispos

La Catedral rebosaba de fieles. Unos 700 arriba y mil en la cripta, según los números preliminares de los organizadores.

Abajo del templo, en un sombrío recinto, una pantalla gigante transmitía en vivo la misa. En esas penumbras, un hombre hurtó un maletín al obispo de Santa Ana, Romero Tovar Astorga, cerca del inicio de la ceremonia. Dentro de la bolsa cargaba su ropa para el ritual, 75 dólares y 6 vales de gasolina.

Cinco minutos después, los efectivos de seguridad detenían al actor del hecho.

“El padre estuvo a punto de no asistir, por eso se atrasó el inicio de la misa”, confesó un policía militar al comentar el suceso.