Revelan testamento del Papa mundo@laprensa.com.sv En el documento, el Papa habla sobre algunos momentos difíciles de su vida, reitera su vocación mariana y se muestra como una persona con pocos asuntos mundanos pendientes. |
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El papa Juan Pablo II murió sin dejar bienes materiales y solo tiene dos peticiones póstumas sobre sus asuntos personales: que sus utensilios de uso cotidiano “se distribuyan como se considere oportuno” y que se quemen sus apuntes. El encargado de cumplir con estos encargos, según el testamento papal revelado ayer en el Vaticano, será Estanislao Dziwisz, su secretario personal. El documento, que consta de 15 páginas sueltas y escritas a modo casi de diario entre 1979 y 2000, revela algunos detalles de la vida del Sumo Pontífice. La parte del texto que más ha llamado la atención de la prensa mundial es una en la que el Papa sugiere que pensó en renunciar después del jubileo del año 2000. “(...) Y ahora, en el año en el que mi edad llega a los 80, uno debe preguntarse si no es tiempo de decir como el bíblico Simón ‘nunc dimittis’ (ahora puedes dejar ir)”, escribió el Papa el 17 de marzo de 2000. Sin embargo, agrega que alberga esperanzas de tener la fuerza suficiente para continuar en su cargo. En tanto, los expertos interpretaron esta frase como la voluntad de retirarse a una edad en que los cardenales también generalmente se retiran. Sin embargo, algunos teólogos dijeron que este pasaje simplemente se refiere al hecho de que el Papa enfermo de Parkinson estaba contemplando el final de su propia vida. Recuerda, además, el atentado que sufrió en 1981 en la plaza de San Pedro, en el que resultó gravemente herido. “La previsión divina me salvó milagrosamente de la muerte”, afirma. Indica que sobrevivir al atentado fue uno de los motivos que después le llevó a no dimitir. En un capítulo sin fechar, el pontífice hace referencia a los fuertes dolores físicos que sufrió en los últimos años. En el texto, por otra parte, Juan Pablo II expresa que quiere ser enterrado en la tierra y no en un sarcófago, como es tradición con los jefes de la Iglesia católica. Pese a sus padecimientos, dice, “expreso la fe más profunda en que, a pesar de toda mi debilidad, el Señor me concederá toda la gracia necesaria para afrontar —según su voluntad— todas las misiones, pruebas y sufrimientos que él quiera imponer a su siervo en el curso de la vida”. Y en un mensaje a los creyentes, asegura: “Después de la muerte pido santas misas y oraciones”.
Texto íntegro del testamento de Juan Pablo II Ciudad del Vaticano. Texto íntegro del testamento de Juan Pablo II, traducido al español del original en polaco, facilitado por el Vaticano. El testamento del 6.3.1979 (y los sucesivos añadidos). Totus Tuus ego sum. En el nombre de la Santísima Trinidad. Amén.
Velad porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor (cf. Mt. 24, 42). Estas palabras me recuerdan la última llamada, que vendrá en el momento que quiera el Señor. Quiero seguirle y deseo que todo lo que forma parte de mi vida terrenal me prepare a ese momento. No sé cuándo llegará, pero como todo, también deposito ese momento en las manos de la Madre de mi Maestro: Totus Tuus. En sus manos maternas lo dejo todo y a todos aquellos con quienes me ha ligado mi vida y mi vocación. En esas manos dejo sobre todo a la Iglesia y también a mi nación y a toda la humanidad. A todos doy las gracias. A todos pido perdón. Pido también oraciones para que la misericordia de Dios se muestre más grande que mi debilidad y mi indignidad. Durante los ejercicios espirituales he releído el testamento del Santo Padre Pablo VI. Su lectura me ha llevado a escribir el presente testamento. No dejo tras de mí propiedad alguna de la que sea necesario disponer. En cuanto a las cosas de uso cotidiano que me servían, pido que se distribuyan como se considere oportuno. Que se quemen mis apuntes personales. Pido que se encargue de todo esto don Estanislao, a quien doy las gracias por la colaboración y ayuda tan prolongadas en estos años y tan grande. Todos los demás agradecimientos, en cambio, los dejo en el corazón ante Dios mismo, porque es difícil expresarlos. Por lo que se refiere al funeral, repito las mismas disposiciones que dio el Santo Padre Pablo VI (nota al margen: la sepultura en la tierra, no en un sarcófago, 13.3.92). Apud Dominum misericordia et copiosa apud Eum redemptio.
Roma, 6.III.1979 Después de la muerte pido santas misas y oraciones. 5.III.1990 Folio sin fecha: Expreso mi más profunda confianza en que, a pesar de toda mi debilidad, el Señor me conceda todas las gracias necesarias para hacer frente según Su voluntad a cualquier tarea, prueba o sufrimiento que quiera pedir a su siervo en el curso de la vida. También tengo confianza en que no permitirá jamás que, mediante cualquier actitud mía: palabras, obras u omisiones, traicione mis obligaciones en esta santa Sede Petrina. 24. II-1. III.1980 También durante estos ejercicios espirituales he reflexionado sobre la verdad del sacerdocio de Cristo en la perspectiva de aquel tránsito que para cada uno de nosotros es el momento de la propia muerte. Del adiós a este mundo para nacer a otro, al mundo futuro, signo elocuente (y añade encima la palabra decisivo) es para nosotros la Resurrección de Cristo.
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