Ex canciller visitó oficialmente 5 veces a Juan Pablo II

Ernesto Mejía
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María Eugenia de Ávila recuerda que el Papa estaba siempre al tanto de los problemas de El Salvador.

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Gusto por lo sencillo

 

De sus encuentros con el Papa, María Eugenia Brizuela de Ávila recuerda especialmente la capacidad que tenía Juan Pablo II de conectarse con las diferentes culturas.

De Ávila le regaló en una oportunidad una estola artesanal hecha en La Palma y una colcha de algodón teñida en añil, hecha en los telares de San Sebastián.

Días después del obsequio, la ex canciller recibió una carta del cardenal Sandri, donde le agradecía en nombre de Juan Pablo II, el presente.

“El cardenal Sandri me dijo en una oportunidad, incluso, que el Santo Padre usaba la colchita”, afirma.

“Eso me impactó. Esa sensibilidad de reconocer, de degustar, de alegrarse con las cosas sencillas, esa capacidad de conectarse con la gente y apreciar lo propio de cada cultura”, señala.

Como ex canciller de la República, María Eugenia Brizuela de Ávila tuvo no solo la oportunidad de ver al Papa, sino que fue recibida en 2000, justo después de asumir el ministerio, con todo el protocolo de una visita oficial en los aposentos del Sumo Pontífice.

Allí mantuvo una reunión privada que se extendió a lo largo de cerca de 30 minutos.

Una vez dentro de las oficinas pontificales, la antigua diplomática recuerda que entre las primeras frases, Juan Pablo II le expresó su sorpresa por su juventud.

“Él me vio y me dijo: ‘mujer, tan joven y con tanta responsabilidad’”, afirma.

Reconocido por su firmeza a la hora de tratar con los líderes mundiales y por no vacilar en reprenderlos si el caso ameritaba, De Ávila recuerda, sin embargo, que en esa ocasión, el Papa más bien se alegró de los avances que había experimentado el país a través de los años.

“Él gozó todo lo que platicamos y lo que habíamos avanzado. Había, además, una fuerte coincidencia como pueblo en temas candentes para el Santo Padre. Y me refiero aquí a dos. Uno fue la búsqueda insaciable de paz. Y dos, fue el tema sí a la vida. Nosotros como país somos respetuosos a nivel de nuestra Constitución política de la vida del ser humano que existe desde su concepción. Por eso creería que tal vez no nos jalaron las orejas”, reconoce.

La coincidencia fue tan grande, afirma la ex canciller, que el Papa le otorgó el reconocimiento de “Dama de la Gran Cruz de la Orden Piana”. La más alta condecoración otorgada por el Papa a un salvadoreño.

Aunque lo usual es realizar solo la visita cuando asume el nuevo Gobierno, desde esa oportunidad, De Ávila retornó a Roma, siempre en visita oficial, los cuatro años siguientes.

El Papa se convirtió así en uno de los jefes de Estado más visitados por la canciller durante su gestión. De Ávila lo justifica bajo los argumentos de la gratitud, la devoción y la admiración.

“Para mí era una especial devoción y sobre todo una gratitud enorme por lo que la Iglesia ayudó a un El Salvador que buscaba la paz. Y además porque era el líder mundial que más impactaba. No hay una presencia en ningún jefe de Estado que llegue a tener ese impacto tan profundo como la presencia de Juan Pablo II”, dice.