La extensa jornada de un cardenal

Óscar Martínez
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Así son 24 horas de su vida. Cuando está en Tegucigalpa, la jornada de trabajo diaria de Maradiaga dura un promedio de 17 horas.

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Cuando está en Tegucigalpa, la jornada de trabajo diaria de Maradiaga dura un promedio de 17 horas.

lrededor de las 5 de la mañana de un día cualquiera, el cardenal Rodríguez Maradiaga ya tiene los ojos abiertos.

Lo primero que hace, antes incluso de desayunar, es orar. De hecho, como relata el padre José Jesús Mora, “si sabe que su agenda es apretada, y no podrá oficiar misa, la celebra en privado a esas horas”.

Según cuenta Mora, Maradiaga se jacta de no haber dejado de celebrar misa, en la intimidad o de forma oficial, ningún día desde que se ordenó de sacerdote. De eso hace ya 35 años.

Acto seguido, y ya en su despacho, ubicado en el centro de la capital hondureña, el cardenal consulta lo que hay en la agenda con su secretaria, María Morazán, quien lo acompaña desde hace 19 años.

Lo más probable es que ella le responda que hay entre dos y tres visitas a diferentes parroquias de la diócesis, a las que va a oficiar misa o a reunirse con el párroco.

De no ser así, un listado de nombres espera que llegue su turno para entrevistarse con él. “Sacerdotes sobre todo —explica Mora—; nunca se niega a recibir a uno”.

Caen casi las 10 de la noche cuando termina sus funciones y se desplaza cerca de media hora hasta su casa donde lo espera una aguda revisión de su correo electrónico.

Así es cada uno de sus días, según sus allegados. Excepto el sábado que, como su hermana dice, “es el día familiar que todos respetan”.