Tumba del Papa abierta a visitantes

José Luis Sanz

Los miles de personas que ayer visitaron la tumba del Papa eran en su mayoría turistas, pero también hubo peregrinos.

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VISITA. La tumba de Juan Pablo II, en la Gruta Vaticana, quedó ayer expuesta para la visita del público. Durante el primer día, miles de personas hicieron fila para verla.

Los miles de personas que ayer visitaron la tumba del Papa eran en su mayoría turistas, pero también hubo peregrinos.

n honor a la verdad, hubo quienes esperaron desde las 4:30 de la mañana, y a las 7 en punto, tras la apertura de las puertas de acceso a la basílica de San Pedro, se vio a fieles correr por ser los primeros en llegar hasta las Grutas Vaticanas, pero el fervor que despertó la capilla ardiente de Juan Pablo II no se repitió ante la apertura de su tumba.

Durante todo el día de ayer, miles de personas desfilaron con mayor o menor gesto de duelo ante la lápida de mármol que cubre los restos embalsamados de Karol Wojtyla. La mayoría, sin embargo, eran turistas en su exhaustivo recorrido por Roma.

Pero varios acudieron a la cripta vaticana después de asistir a la misa de novenario por el Papa, celebrada ayer por el cardenal argentino Leonardo Sandri en la basílica de San Pedro.

Poco tiempo

“Me hubiera gustado verlo mejor. Nos llevan de un lado a otro, sin casi tiempo para ver nada”, lamentaba con despreocupada franqueza una española de cerca de 60 años que tiraba del brazo de una amiga. Habían visitado la basílica y la gruta en cerca de 30 minutos, y pasaron frente a la tumba del Papa siguiendo el recorrido guiado por vallas que ha preparado el Vaticano, a fin de evitar aglomeraciones y desórdenes en los primeros días de visita al sepulcro. Vieron también el resto de sepulcros papales y pudieron fotografiarlos.

“No nos dejaron pararnos delante”, detallaba, en alusión al momento de estar frente al antiguo sepulcro de Juan XXIII, a pocos metros del mausoleo del apóstol San Pedro. Tampoco quienes guardan más devoción que ella al papa polaco pudieron demostrarla. Pese a que las colas para acceder al templo vaticano nunca fueron excesivamente largas —unos 50 metros, menos de media hora de espera—, se buscó siempre que el flujo de visitantes fuera ágil y constante.

Polacos presentes

A Jacek Styrczula, un polaco de 38 años con el cabello cubierto de canas, no parecía importarle el detalle. Está desde el lunes en Roma con un centenar de compatriotas provenientes de todos los rincones del mundo. Desde hace ocho años vencen la diáspora y se reúnen aquí por estas fechas para celebrar una semana de ejercicios espirituales. Esta vez, Juan Pablo II no pudo recibirlos en privado, como solía hacer.

“Se podría decir que hoy tuvimos la última audiencia con él”, comentaba Jacek, vestido, como el resto, con el traje regional de las montañas polacas. “Nos enseñó cómo vivir, cómo orar, cómo tener esperanza. Ese fue su testamento. Ahora es el momento de dejarlo ir al Cielo.”



Cristianos excluidos piden espacios

ara muchos, la muerte del Papa ha abierto un nuevo periodo en la Iglesia, pero dudan de que su sucesor se enfrente a cuestiones como el celibato opcional para los sacerdotes, la futura ordenación de las mujeres, la opción por los pobres o la necesidad de dejar de ver al homosexual como a un enfermo.

“La Iglesia necesita una profunda revisión de sí misma si quiere dar respuesta a los retos del siglo XXI”, afirma el movimiento internacional progresista Somos Iglesia, nacido a mediados del pontificado de Juan Pablo II en Austria y extendido por Europa y América.

La organización no consiguió “establecer un diálogo con la jerarquía de la Iglesia”, dice el grupo en un comunicado que añade que el Vaticano consideró que el grupo se apartaba del “magisterio católico”.

“No creo que el próximo Papa se ocupe de estas cuestiones, pero un día, un pontífice admitirá que el celibato no es un dogma de fe”, declaró Miguel Aguirre, que abandonó el sacerdocio y contrajo matrimonio civil en 2004. A él se suman, por ejemplo, todos los católicos divorciados, vueltos a casar o no; los que viven en pareja sin estar casados o las que se someten a un aborto.