Entrevista con Álvaro Galindo
“El nuevo papa debe ser un buen político”


José Luis Sanz

Álvaro Galindo es un periodista colombiano que conoce El Vaticano como pocos. Llegó en 1958, cuando Pío XII todavía reinaba en la Iglesia. Adelanta que los latinoamericanos tienen pocas posibilidades.

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Llegó a Roma en 1953, con 15 años, y encontró reinando a un papa: Eugenio Pacelli, Pío XII. Dice que, cada vez que se muere un pontífice, “todo el mundo piensa que el mundo se va a acabar”, pero la historia no la detiene nadie. Desde aquella fumata blanca de 1958 ha llovido mucho, y cada gota que ha caído en San Pedro la ha narrado el colombiano Álvaro Galindo. Ahora tiene 59 años y este será su quinto cónclave al pie de un micrófono.

¿Qué recuerda de aquellos días?

Como siempre que muere un papa, todos pensaban que el mundo se iba a acabar. Se moría “el Papa Pacelli, que era muy bueno...”. Cuando se muere un papa siempre es sumamente bueno. Luego, con el tiempo, a Pío XII se le han hecho críticas. Por ejemplo, que no condenó el nazismo.

¿Era El Vaticano tan hermético como ahora?

No. En el cónclave en el que eligieron a Juan XXIII, yo estuve hasta el último momento en la capilla Sixtina, hasta que dijeron “extra omnia”. Era todo muy fácil... Además, no existía ese fervor actual, en el que los medios se toman esto como si fuera un partido de fútbol.

No había tanta especulación.

No, ni esta ansia por querer dar al instante la última noticia. Además, en aquel tiempo los medios no tenían el dinero para enviar a gente aquí. Yo era uno de los tres o cuatro latinoamericanos que había en Roma. Eran las agencias las que lo cubrían todo. La proliferación de medios en El Vaticano llegó a partir de Pablo VI, que empezó a viajar. Juan XIII, que recuerde yo, hizo solamente un viaje, en tren.

¿Pablo VI era favorito en el cónclave del 63?

Sí, lo era. Mira, durante aquel cónclave lógicamente se desataron todas las presiones: los grupos regionales —los europeos, y sobre todo los italianos, que tenían el monopolio papal—, la nobleza, la política, los grupos económicos, la “lobbie” judía en Estados Unidos, y las tantas mafias que siempre han existido. Y había un cardenal que era papable: el armenio Gregorio Pietro Agagianian. Pero él tenía una hermana, Elisabetta, que frecuentaba mucho la embajada rusa, en aquel tiempo soviética… y eso fue lo que quemó a Agagianian y favoreció a Pablo VI. El Estado italiano presionó. Temían se inclinara el papado hacia los soviéticos, aunque él en realidad era un hombre extraordinariamente capaz y equilibrado. Hubiera sido el primer papa no italiano en siglos, en vez de Wojtyla.

Aun así, Juan Pablo II fue una sorpresa…

Por supuesto. Todos teníamos tres listas: los “papables”, los “tal vez papables” y los “impapables”. Y en ese tercer grupo estaban los africanos. Cuando salió el camarlengo y anunció al mundo el nombre: “Karol Wojtyla”, y además pronunciado en polaco, a mí, en directo, se me salió: “Un negro”. Y no fui el único que metió la pata. Entiéndelo, después de dos horas ante el micrófono, improvisando, porque nunca habíamos retransmitido en directo un cónclave…

Ahora hay muchas especulaciones. ¿Cuál es su pronóstico?

Mira… yo al papa lo vi pasar la semana pasada. Era el papa, y él no lo sabía. Pero no te puedo decir quién es. Es un secreto, y si lo digo el Espíritu Santo se puede enfadar conmigo, ja, ja.

¿Qué características cree que debe tener?

Papa mí, un papa debe ser ante todo un líder religioso; pero también un líder político, porque la su figura pesa tanto o más que la de Bush o la de Putin. Bush pasa; el papa no, y su opinión puede hacer inclinar la balanza hacia uno u otro lado. El papa es uno de los grandes políticos del mundo; de manera que tiene que ser un hombre sumamente preparado, no solo un hombre que sepa rezar muy bien y mucho.

¿Tienen realmente algún poder en Roma los latinoamericanos?

No te respondo yo, sino con lo que dijo hace pocos días un cardenal brasileño, de São Paulo: no quiero un papa latinoamericano, porque ninguno está al nivel de serlo. Y así opina mucha gente.