POLÉMICO. El cardenal alemán Joseph Ratzinger, considerado como del ala más ortodoxa de la Iglesia católica, se perfila como una de las influencias más fuertes y más polémicas en el cónclave para elegir al nuevo papa.
Ratzinger, el cardenal que divide al precónclave

José Luis Sanz

Entre los vaticanistas se baraja la posibilidad de un apoyo simbólico al cardenal italiano Carlo Martini para frenar al alemán Joseph Ratzinger.

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El dictamen de silencio que los cardenales acordaron “por unanimidad” el pasado sábado 9 se ha convertido en poco más que papel mojado. Ayer todos los principales periódicos de Italia recogían declaraciones “off the record” de unos u otros cardenales retratando la misma escena: el alemán Joseph Ratzinger se perfila como la primera opción para quienes en la curia quieren un papado de transición, sin cambios bruscos, heredero del de Juan Pablo II en su severidad y firmeza, pero breve, dada su edad (78 años).

Pero un ala heterogénea y aún desdibujada del Colegio Cardenalicio querría un papado que convierta la herencia de Wojtyla en un replanteamiento del futuro de la Iglesia.

“Parte de la curia, de una manera u otra, espera un Concilio Vaticano III”, afirma el investigador mexicano Roberto Velásquez Nieto, cercano a la Secretaría de Estado vaticana. Esta posibilidad de renovación está llevando, según confirmaba ayer el vaticanista Marco Politti en “La Repubblica”, a un esfuerzo de veto tácito a Ratzinger.

El gran “elector”

Según Politti, los cardenales alemanes y estadounidenses están claramente alineados en contra de un hombre a quien no perdonan su oposición al rol de los laicos en las comunidades sin sacerdote y su repetido rechazo a resolver el problema de los divorciados vueltos a casar. Y ante ellos, un hombre que se perfila de momento como el único aglutinador de estas inquietudes reformistas: Carlo Martini.

Martini, arzobispo emérito de Milán, tiene 78 años, está retirado desde hace tres y padece párkinson, lo que en la práctica le descarta como papable; pero si se llega al lunes sin nuevas opciones, es probable que se concentre un buen número de votos a su alrededor en un gesto simbólico de bloqueo a la candidatura de Ratzinger.

Se reafirmaría, así, la premisa de la que partían muchos vaticanistas: cardenales como Ratzinger y Martini podrían tener más peso finalmente como electores que como elegibles.

“Después de 24 años en Roma, ¿qué más tiene Ratzinger que ofrecer a la Iglesia?”, se preguntaba ayer una persona cercana al Colegio Cardenalicio ante un grupo de periodistas. Una pregunta que algunos cardenales podrían también estar haciéndose.



La sombra de la división americana

Aunque sigue sonando con fuerza el nombre del hondureño Rodríguez Maradiaga, la posibilidad de un papa americano no acaba de cuajar.

Ayer, en un foro público entre vaticanistas y funcionarios vaticanos, el periodista estadounidense John Allen destacaba: “Nunca tantos cardenales habían estado dispuestos a considerar un candidato no italiano. No se trata ahora de elegir al mejor italiano, sino al mejor hombre”.

La composición del cónclave lo avala: 58 de los cardenales que participarán son europeos, 13 norteamericanos, 21 latinoamericanos, 11 africanos, 10 asiáticos y dos llegarán de Oceanía. El papado de Juan Pablo II arroja el cónclave más universal de la historia. La opción latinoamericana, sin embargo, no acaba de consolidarse según quienes tienen acceso constante a las opiniones de los cardenales estos días.

“Los latinoamericanos... la pregunta es si lograrán formar un frente común, respaldar a un solo candidato de entre ellos”, decía anoche una fuente cercana al Colegio Cardenalicio, conocedora de las debilidades humanas de los purpurados. “Hummes es franciscano, Maradiaga salesiano... hay cardenales que piensan ¿acaso hay que ser de una orden para aparecer?”, señala.

Matices aparentemente insignificantes para quienes no conocen los tradicionales recelos entre sacerdotes diocesanos y los que pertenecen a institutos o congregaciones, pero que pueden sumarse a otros factores en los intrincados caminos por los que puede discurrir la elección. Máxime si se suman a las voces que cuestionan la solidez teológica de los purpurados americanos, que han surgido incluso del Arzobispo emérito de São Paulo, Paulo Arns.

El hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga, sin embargo, sigue siendo uno de los protagonistas del precónclave. Después de que el martes se filtrara una intervención suya ante el resto del Colegio Cardenalicio a favor de la renovación de la Iglesia, se dice que ya hay entre los cardenales quienes lo llaman el “Wojtyla latinoamericano”, algo que lejos de ayudarle puede acabar definitivamente con sus opciones para ser elegido como pontífice.


Italianos todavía pesan en el Vaticano

Durante siglos, los cardenales italianos fueron a los cónclaves con la seguridad de que uno de ellos sería ungido papa. Pero desde la elección del cardenal polaco Karol Wojtyla para ocupar el trono de San Pedro, una larga serie de concepciones tradicionales acerca del papado se disiparon en el aire como otras tantas nubecillas de humo blanco.

La elección de Juan Pablo II en 1978 rompió los 455 años del monopolio italiano sobre el papado.

Ahora, al tiempo que los cardenales se preparan para escoger su sucesor, no es nada seguro que los italianos puedan dominar la elección, pero su opinión puede ser todavía decisiva.

Su control absoluto sobre el papado ha desaparecido, dijo el padre Thomas Reese, editor de la revista jesuita “América”, basada en Estados Unidos. Sin embargo, cuando los cardenales hablen entre sí, una de las primeras cosas que van a preguntar es cuáles son los principales candidatos italianos.

Incluso los religiosos italianos dudan de que su país pueda recuperar la hegemonía en los cónclaves. “Nuestra percepción de la Iglesia se ha ampliado, hasta el punto de llegar a dimensiones realmente globales”, dijo el cardenal italiano Fiorenzo Angeli.