Vaticano publica mensaje póstumo

Ciudad del Vaticano/EFE
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El papa Wojtyla recordó que la Iglesia “necesita hombres y mujeres dispuestos a consagrarse totalmente a la gran causa del Evangelio”.

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Jesuitas, cerca del papa

 

Suplantados por los seguidores del Opus Dei en la corte y en la estrategia del papa Juan Pablo II, los jesuitas cuentan ahora con dos cardenales papables y vuelven a la carga para defender la agenda rebelde de su actual superior general, el holandés Peter Hans Kolvenbach, el “papa negro”.

El retorno de la Compañía de Jesús viene acompañado de la “teoría del péndulo”: colocar sus principios en el escritorio del futuro ocupante del trono Vaticano.

El mayor lamento jesuita es que el Papa no haya comprendido a los curas asesinados en Latinoamérica.

El vaticano hizo público ayer el mensaje que el fallecido Juan Pablo II escribió con motivo de la Jornada Misionera Mundial, que tiene fecha 22 de febrero, dos días antes de que le fuera practicada la traqueotomía, y que pidió se difundiera hasta ayer, según informó el Vaticano.

El mensaje tiene como título “Misión, pan partido para el mundo” y en él el pontífice escribió que la sociedad actual está turbada por acontecimientos dramáticos y que solo Jesús puede saciar la sed de justicia de los hombres.

“En nuestra época, la sociedad humana parece que está envuelta por espesas tinieblas, mientras es turbada por acontecimientos dramáticos y trastornada por catastróficos desastres naturales”, escribió Juan Pablo II.

El fallecido papa añadió en el texto que la humanidad tiene necesidad de Cristo, “pan partido”, y que hoy como en la noche en que fue entregado Jesús “parte el pan para nosotros”.

“La eucaristía, sacramento instituido por Jesús en la Última Cena, no solo es expresión —añadió el Papa— de comunión en la vida de la Iglesia, sino que es también proyecto de solidaridad para toda humanidad.”

“Solo Jesús puede apagar el hambre de amor y la sed de justicia de los hombres; solo Él hace posible a cada persona la participación en la vida eterna”, agregó el anciano Papa en su mensaje.

Refiriéndose a los misioneros, Juan Pablo II dijo que son “pan partido para la vida del mundo” y que en nombre de Cristo “acuden a todas partes del mundo para anunciar y ser testigos del Evangelio”.

Los misioneros, precisó el Papa, hacen resonar con su acción las palabras del Redentor y no dudan en dar la vida por el Evangelio.

“¡Cuántos misioneros mártires en este tiempo nuestro! ¡Que su ejemplo arrastre a muchos jóvenes por el camino de la heroica fidelidad a Cristo! La Iglesia tiene necesidad de hombres y de mujeres que estén dispuestos a consagrarse totalmente a la gran causa del Evangelio”, manifestó.

El papa Wojtyla añadió que la Jornada Misionera Mundial constituye una oportuna circunstancia para tomar conciencia de la urgente necesidad de participar en la misión evangelizadora en la que se encuentran comprometidas las comunidades locales y tantos organismos eclesiales, entre ellos los institutos misioneros.

Juan Pablo II pidió a todos los fieles su apoyo material a las Obras Misionales Pontificias.



Testigo viviente del Papa: el árbol de olivo

Un viejo árbol de olivo de más de 350 años a la entrada del Vaticano es mudo testimonio del legado que dejó el papa Juan Pablo II.

El árbol de doble tronco, que va agobiándose por la edad, todavía tiene, aunque no muchas, las pequeñas hojas aromáticas que le dan desde lejos una apariencia de vitalidad.

A su alrededor, en un círculo de tierra de seis metros, circundado por una cerca rústica bajísima, feligreses de todos los rincones del mundo han dejado sus tributos en forma de cirios, cartas, mensajes, banderas, fotografías.

Una bandera polaca rojiblanca pende de una de las bifurcaciones del tronco. De la otra cuelga un improvisado barrilete de papel del que caen tres cintas, las tres llenas de papelitos adheridos, cada uno con un mensaje y una firma.

Desde la muerte de Juan Pablo el 2 de abril, el viejo olivo se convirtió de la noche a la mañana en la meca de los dolientes, en el imán de los poetas, en el centro de manifestación de los afectos. A partir de entonces, está rodeado de mensajes como testimonio de su legado.

“Gracias, Santo Padre, por cómo nos has enseñado a vivir”, dice un breve mensaje en italiano firmado por Luca.

Entre el sinnúmero de mensajes escritos en hojas de cuaderno, de anotadores y trocitos de papel de envolver, se ven cirios protegidos dentro de frascos traslúcidos. También hay dos ramos de flores cuidadosamente envueltos en celofán, flores de papel, fotografías, recuerdos personales.