El purpurado más liberal

Roma/Agencias
mundo@laprensa.com.sv

Carlo Maria Martini, que padece la enfermedad de Parkinson desde hace algunos años, se encuentra retirado y no era considerado uno de los favoritos para ocupar el trono de San Pedro; sin embargo, la lucha entre conservadores y liberales podría llevarlo a ser uno de los cardenales más votados en el cónclave.

Imprimir esta nota Enviar esta nota Opinar sobre este tema



UN SUEÑO DE REFORMAS
NOMBRE: Carlo Maria Martini

PROCEDENCIA: nació en Turín el 15 de febrero de 1927

CARGO: es arzobispo emérito de Milán.

EXPERIENCIA: consagrado sacerdote jesuita en 1952, el cardenal Martini se encuentra retirado y ha vivido los últimos años en Jerusalén donde se ha dedicado a estudios y a tejer conexiones entre las religiones cristiana e hebraica.

Estas sociedades son muy ambiguas. Tienen valores múltiples: respeto por la persona, tolerancia, sentido de la libertad. Pero tienen dificultad a la hora de mantener la fidelidad, perseverar en el compromiso del matrimonio y a menudo son víctimas de la confusión acerca de los grandes valores absolutos.”
Cardenal Carlo Maria Martini, octubre 1999.

El cardenal Carlo Maria Martini, de 78 años, entre los purpurados más admirados por los italianos, soñaba con una Iglesia abierta, en sintonía con la sociedad, pero su sueño se quebró contra el muro formado por los conservadores y prefirió retirarse lejos para meditar, estudiar textos bíblicos y orar.

La muerte de Juan Pablo II lo obligó a volver a la realidad y tuvo que abandonar Jerusalén, donde reside desde que se retiró en 2002 a los 75 años, para afrontar los quehaceres de un cónclave.

Nacido en Turín (norte de Italia) el 15 de febrero de 1927, entró a la Compañía de Jesús —los jesuitas— a los 17 años.

Con los jesuitas de Gallarate, estudió filosofía y luego prosiguió con los estudios de Teología en la facultad de Chieri, donde fue ordenado sacerdote en julio de 1952.

Decano y después rector de la facultad de escritura de la Biblia, la actividad intelectual de Martini se desarrolló en el campo científico con la publicación de numerosos libros y artículos.

Colaboró en la edición griega del Nuevo Testamento, y en 1978 fue rector magnífico de la Universidad Pontificia Gregoriana, mientras desarrollaba trabajos sobre los ejercicios espirituales que, basados en el modelo tradicional de San Ignacio, están escritos de manera original.

En 1978, meses antes de su muerte, Pablo VI le invitó a predicar en el retiro anual en el Vaticano y al año siguiente, ya con Juan Pablo II en el sillón de Pedro, fue nombrado arzobispo de Milán.

Fue creado cardenal en el consistorio de febrero de 1983 y se mantuvo al frente de la archidiócesis de Milán hasta que en 2002, al cumplir 75 años, se vio obligado a renunciar.

Prestigioso teólogo, apreciado por Juan Pablo II, Martini es una de las personalidades más respetadas por el Colegio Cardenalicio, del que es considerado uno de los prelados más liberales.

El sueño del jesuita

En 1999, durante el sínodo de obispos, manifestó un “sueño”: convocar un nuevo concilio, ya que estimaba que el Concilio Vaticano II, celebrado 40 años antes, estaba superado.

En ese sueño, llegó a proponer una reflexión seria sobre la falta “en ocasiones dramática” de sacerdotes, sobre el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia y sobre la participación de los laicos en algunas obligaciones sacerdotales.

Igualmente, puso sobre el tapete el difícil tema de la sexualidad, la disciplina del matrimonio, la confesión, las relaciones con los ortodoxos, el ecumenismo en general y la relación entre la democracia y los valores y entre las leyes civiles y las leyes morales.

El cardenal italiano denunció igualmente “la tentación” de algunos católicos de refugiarse en movimientos de la Iglesia transformados en centros “ideológicos”, lo que fue interpretado como una crítica indirecta al creciente poder de los ultraconservadores del Opus Dei, así como de otras influyentes organizaciones católicas.

Todos estos temas estaban y están estigmatizados por los sectores conservadores.

El cardenal Martini, que padece la enfermedad de Parkinson desde hace algunos años, se retiró del mundanal ruido y terminó por ser borrado de las listas de papables.

De todos modos, sus posibilidades de ser papa nunca fueron reales, porque los cardenales “progresistas” dentro del Colegio Cardenalicio “pueden contarse con los dedos de una mano”, comentó el vaticanista Sandro Magister, entre los más respetados de Italia.

Sin embargo, a pesar de los puntos en contra del cardenal Martini, las casas de apuestas lo colocan en el tercer lugar de las preferencias, detrás de Joseph Ratzinger y del cardenal francés Jean-Marie Lustiger.

El vaticanista del “Corriere della Sera”, Luigi Accattoli, declaró esta semana que es posible que dos cardenales importantes, por su peso intelectual y moral, se conviertan durante el cónclave en las banderas de dos visiones diferentes de guiar la Iglesia: una continuista y otra más abierta al cambio.

“Tal vez el lunes, cuando se prevé que se inicien las votaciones, Ratzinger y Martini, contra su propia voluntad, resulten los más votados”, sostuvo Accattoli.