AFP/La Prensa Gráfica ÚLTIMO ENCUENTRO. La celebración de una misa fue una de las últimas actividades realizadas por los cardenales, antes de iniciar el proceso de elección del sucesor de Juan Pablo II.
Todo listo para la elección del papa

José Luis Sanz
mundo@laprensa.com.sv

Se espera la primera de las votaciones de los purpurados para mañana por la tarde, que se da por seguro que resultará en una “fumata” negra.

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El ritmo de votación

Las votaciones para elegir al nuevo papa se interrumpirán cada dos o tres días con jornadas de oración.

Tras los primeros tres días de votaciones se celebrará el primer descanso, previsiblemente el jueves.

A la mañana siguiente habrá una única votación y luego se recuperará el ritmo de dos matinales y dos vespertinas.

Cada siete escrutinios fallidos habrá un nuevo día de descanso. Tras 33 ó 34 escrutinios sin resultado positivo, los cardenales decidirán por mayoría cómo resolver el cónclave: por mayoría simple o votación entre dos candidatos.

Hoy es en teoría un día de oración y espera. A pocas horas del encierro del cónclave, los 115 cardenales menores de 80 años que han podido viajar a Roma (dos no lo hicieron por motivo de enfermedad) disfrutan de sus últimas horas de libertad de movimiento antes de recluirse en la Casa Santa Marta y enfrentarse a la que se considera la elección papal más importante del último siglo.

Será un domingo de reflexión individual puesto que no se reunirá el Colegio Cardenalicio como lo viene haciendo desde la jornada siguiente a la muerte de Juan Pablo II y que ayer tuvo su última sesión.

Los cardenales en las últimas dos semanas, y especialmente en esta última, han discutido sobre los principales aspectos que la nueva Iglesia, la del nuevo papa, tendrá que afrontar: pobreza, biogenética, ecumenismo, moral, unidad de la Iglesia...

Joaquín Navarro Valls, portavoz del Vaticano, aseguró ayer que estas reuniones se han desarrollado en un clima “de gran familiaridad”.

La realidad es que aún cuando, según Navarro Valls, “no se ha hablado de nombres” en esas reuniones, es un secreto a voces que el cónclave no se presenta en principio como de consenso.

La candidatura de Joseph Ratzinger sigue enfrentando a los purpurados, y aunque se ha hablado del milanés Dionigi Tettamanzi como alternativa, las últimas horas han sido confusas por la frenética sucesión de nombres sugeridos por los vaticanistas.

Sí hay coincidencias, sin embargo, en la expectativa de que este no será un cónclave largo. Los cardenales, sabedores del impresionante seguimiento mediático que tendrá su encierro, temen dar una imagen de desunión. Para ello hay coincidencia en el entorno de la curia de que las próximas horas son decisivas.

Esta tarde los purpurados se irán reuniendo en la Casa Santa Marta y cenarán juntos en las mesas, en lugares preasignados. Sobre esos manteles se volcarán las actuales diferencias. Mañana a las diez se celebrará en la basílica de San Pedro la tradicional misa “para la elección del romano pontífice”. Será a las 4:30 p.m. que los cardenales entren en procesión al cónclave. Se espera que aún tengan tiempo para una primera votación, casi con seguridad la primera “fumata” negra.


Vaticano establece hora de “fumata”

Unos 40 ó 45 minutos transcurrirán entre la “fumata” blanca y las campanas que anunciarán al mundo la elección de un nuevo papa.

Las “fumatas” desde la Capilla Sixtina, que comunican al mundo la elección del nuevo papa, se prevén cada día de votación alrededor de las 12:00 y 19:00 horas, dijo el Vaticano.

El portavoz Joaquín Navarro Valls explicó que el Vaticano confiaba en establecer unas medidas de seguridad elaboradas y de alta tecnología en la zona donde se reunirán los cardenales para mantener el secreto.

Navarro Valls dijo que el horario para las señales de humo era “puramente aproximado” y reiteró que cuando se elija un nuevo papa repicarán las campanas de la basílica de San Pedro para acompañar la “fumata” blanca, de forma que no haya errores.

Unos 40 ó 45 minutos transcurrirán entre la “fumata” blanca y las campanas que anunciarán al mundo la elección de un nuevo papa y su aparición en el balcón de la basílica de San Pedro, explicó el portavoz.

Joaquín Navarro Valls precisó que durante ese lapso de tiempo el servicio de prensa del Vaticano no hará ningún anuncio ni aceptará preguntas de periodistas.

El cónclave comenzará el lunes a las 16:30 horas, cuando los 115 cardenales se encierren en la Capilla y presten un juramento de secreto y fidelidad en las regulaciones que rigen el ritual de siglos de antigüedad. Esa tarde decidirán si celebran la primera votación el lunes por la noche o esperan al martes. Si no han elegido un nuevo papa en tres días, pueden pasar un día como máximo rezando y reflexionando. Ese día puede ser jueves o viernes.


El librero del papa

Con voz carrasposa, don Ginno Belleri repasa en voz alta su memoria y sentencia: “85”. Conoce personalmente a 85 de los 115 cardenales que desde mañana elegirán al sucesor de Juan Pablo II. Todos han pasado por la librería Leoniana que este cura dirige desde hace 47 años.

“Ruini es bastante frío, siempre tuvo la cara así... pero Ratzinger no es tan duro, solo un poco solitario”, comenta con tono paternal, sobre los nombres que suenan para suceder a Juan Pablo II.

Se le conoce como la “sala stampa” (sala de prensa) paralela, porque nutre a los periodistas en Roma de la información sobre la curia que los prudentes servicios informativos del Vaticano no quieren proveer.

Entre uno y otro de los candidatos a papa, sin dudarlo Belleri se queda con Iván Díaz, el arzobispo de Bombay. Piensa que alguien venido de oriente puede enriquecer la adormecida espiritualidad europea. A los latinoamericanos no los descarta, pero es evidente que ninguno acaba de convencerle.

Cuenta que conoció al papa polaco cuando el último pontífice aún era solo un obispo, a puertas del Concilio Vaticano II. Llegó para comprar su primera enciclopedia apostólica, pero no le alcanzaba el dinero. “Se la acabé regalando”, se ríe don Ginno. Años después, tras la investidura de Juan Pablo II, volvieron a encontrarse. “¿Aún vendiendo libros?”, le preguntó el Papa. La respuesta del septuagenario librero fue cordial, cómplice: “Como Su Santidad no me ha encomendado todavía ninguna otra tarea, sigo vendiendo libros”.