Los cardenales entran en Cónclave
El cardenal alemán Joseph Ratzinger aprovechó la misa con la que dieron comienzo los ritos del cónclave para condenar el relativismo ético y moral y consideró que la Iglesia católica afronta "una hora de gran responsabilidad" con la elección del próximo Papa.

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Abril 18. (9:00 a.m.) Los 115 cardenales que elegirán a un nuevo papa entraron en Cónclave el lunes pasadas las 16:30 locales (14:30 GMT) con una procesión hacia la Capilla Sixtina, donde prestarán juramento de silencio antes de iniciar sus deliberaciones secretas.

A modo de candidato a un puesto electivo a quien se da el privilegio del discurso final, el cardenal Joseph Ratzinger aprovechó la circunstancia de tener la última palabra antes de encerrarse con otros 114 cardenales en el cónclave que elegirá al nuevo Papa de la Iglesia católica.

Ratzinger, el custodio de la defensa de la fe, bastión del ala hoy lunes lo que llamó la dictadura del relativismo en la homilía de la última misa antes del comienzo del cónclave.

El relativismo es la ideología que rechaza toda verdad absoluta, toda certidumbre, y es una de las características de varias líneas de pensamiento modernas en filosofía, antropología, lingüística y semiología.

El cardenal Ratzinger preside la Congregación para la Doctrina de la Fe, la más antigua de las nueve que funcionan en la Curia _el aparato administrativo de la Santa Sede_, que había sido fundada por Pablo III en 1542 con el nombre de Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, y a la que convenientemente se le cambió el nombre.

El cardenal alemán, a quien los expertos mencionan entre los posibles candidatos a Papa, aprovechó su último discurso en público para advertir a sus pares y a los fieles sobre las tendencias que a su juicio amenazan a la fe: las sectas, las ideologías como el marxismo, el liberalismo, el ateísmo, el agnosticismo y el relativismo.

Tener una fe clara, basada en el credo de la Iglesia, se suele considerar hoy día como fundamentalismo, dijo Ratzinger en italiano. Y el relativismo, que es dejarse llevar por cualquier vaivén de las enseñanzas, parece hoy la única actitud aceptable. Estamos avanzando hacia una dictadura del relativismo que no reconoce ninguna certidumbre y que tiene como su principal objetivo el propio ego y los propios deseos.

El cardenal alemán de 78 años preside desde 1981 la Congregación, responsable de mantener la pureza doctrinaria en cuestiones como el control de la natalidad, el aborto, la eutanasia, el sacerdocio femenino y el celibato sacerdotal.

Ratzinger ha silenciado a teólogos disidentes durante el papado de Juan Pablo II, como el franciscano brasileño Leonardo Boff, del ala liberal, o el arzobispo rebelde Marcel Lefebvre, del ala ultraderechista.

Favorito de los exponentes del ala más tradicionalista y anatema para el ala liberal, Ratzinger es considerado entre los posibles candidatos a un pontífice de transición después del largo papado de Juan Pablo, de 26 años.

Horas después de la misa, los cardenales debían reunirse en la Capilla Sixtina para iniciar el proceso de votaciones que llenarán la vacante Silla de San Pedro.

"Oramos con insistencia al Señor para que después del gran don del papa Juan Pablo II, nos dé nuevamente un pastor que nos guíe al conocimiento en Cristo, a su amor y a la verdadera alegría", dijo en la homilía en la Basílica de San Pedro.

"Toda la gente quiere dejar una huella duradera", agregó. "Pero qué es lo que queda. El dinero se va. No quedan los edificios ni los libros. Después de un período determinado, largo o corto, todas estas cosas desaparecen. Lo único imperecedero para siempre es el alma humana, la persona humana creada por Dios para la humanidad."