Primera fumata comenzó el cónclave

José Luis Sanz

Ayer se produjo la primera votación en la Capilla Sixtina y, como se esperaba, no se logró elegir papa. Se repitió, sin embargo, la confusión por el color de la fumata.

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Fumata de confusión
Más de 10 mil personas se congregaron en la plaza de San Pedro para contemplar en directo la fumata en este primer día de cónclave, sin saber con seguridad si los purpurados iban a votar o no.

La elección del papa se anunciará con un humo blanco, que este año irá acompañado simultáneamente por las campanas de la basílica de San Pedro.

Por eso ayer, la tenue columna de humo grisáceo que salió de la chimenea confundió a muchos

Poco a poco, la débil columna se hizo más gruesa y progresivamente más oscura.

Los que ya celebraban tener un nuevo papa vieron como en menos de un minuto el gris claro se transformó en negro. Habrá que seguir esperando por “el Espíritu Santo”.

“Bianca, bianca!” (blanca, blanca), gritaba sor Amada a las 8:06 de ayer con las manos cubriéndose la cara, entre las carreras y los saltos de muchos de quienes la rodeaban. La joven monja italiana había, como muchos en la plaza de San Pedro, visto un ambiguo color blanquecino en el humo que salía de la chimenea de la Capilla Sixtina, tras la esperada primera votación del cónclave.

Era un error. Ayer, la primera tarde de encierro de los 115 cardenales de 52 países que buscan sucesor para Juan Pablo II se ciñó a lo esperado y, si bien hubo un primer recuento de votos, nadie logró los 77 necesarios para proclamarsepontífice.

Tras jurar uno a uno ante el Evangelio guardar silencio sobre todo lo relacionado con el cónclave, en un ritual que por primera vez en la historia se emitía en directo por televisión, se encerraron solos a las 5:30 p.m. hora romana.

Fue la primera vez que esos rituales eran televisados, siguiendo con la impresionante cobertura mediática que ha seguido hasta el mínimo detalle.

Luego escucharon una plegaria que duró alrededor de una hora y procedieron a la lenta votación.

El resultado se hizo esperar más de lo previsto.

La Santa Sede había anunciado la fumata para las siete, pero San Pedro, que se había ido llenando de expectación y gente durante toda la tarde, tuvo que permanecer con la mirada fija en los tejados vaticanos hasta casi una hora después.

Un grupo de cerca de 70 religiosos y religiosas dominicas cantaban plegarias. Música sacra en el primer día de espera.

Duras condenas

Litúrgicamente, el cónclave había comenzado en la mañana, con la misa “pro eligendo pontífice” celebrada en la basílica.

Fue una ceremonia sobria, alejada de la emotividad de las celebraciones que rodearon las exequias de Juan Pablo II y cargada de un férreo discurso moral que el decano del Colegio Cardenalicio, Joseph Ratzinger, convertido desde el inicio en protagonista de la jornada, leyó con especial énfasis en presencia del resto de cardenales (ver nota en página 6).

Si fueron buenos los pronósticos de los últimos días, el cardenal alemán debió ser también el centro de atención de la votación vespertina de ayer.

Su sólida candidatura a convertirse en el nuevo papa ha suscitado reacciones encontradas en el resto del Colegio Cardenalicio, y la de ayer debió ser su primera toma de conciencia sobre sus posibilidades reales de suceder al hombre a quien asesoró por 24 años con firmeza teológica y rigor —se dice que excesivo— de todo lo relacionado con la moral y el centralismo en la guía de la Iglesia.

Por la noche, cuando la plaza ya se vaciaba, la joven sor Amada insistía, ajena a esos fríos cálculos, en que una fumata blanca no era inverosímil: “¿Por qué no? El Espíritu Santo sabía qué hacer...”. A pocos metros, sin embargo, Marie, una de las dominicas, francesa, ponía la correspondiente dosis de cordura en el frenesí que aún se reflejaba en algunos rostros: “Era casi imposible... En todo caso, esto solo significa una cosa: habrá que intensificar las oraciones”.



Imagen de Juan Pablo II es aún fuerte

El cónclave en directo

Por primera vez en la historia, las cámaras de televisión siguieron a los cardenales hasta el momento de instalación del cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II en el trono de San Pedro.

El primer cónclave del tercer milenio comenzó ayer bajo la inusual mirada de las cámaras. Por primera vez en la historia de la Iglesia católica, las televisiones acompañaron a los cardenales en su entrada en la Capilla Sixtina y permanecieron allí hasta la proclamación de la fórmula “extra omnes” (fuera todos), que hizo salir del oratorio a todos aquellos que no participan en la elección papal.

Vestidos con sus roquetes blancos, sotanas rojas y el capelo, los cardenales entraron en procesión en el oratorio papal, en el que cantaron el “Veni Creator” (Ven Creador), una oración en latín con la que se invoca al Espíritu Santo y con la que se adentraron poco a poco en un laberinto de decisiones irreversibles. Iban encabezados por la cruz alzada y el decano del Colegio Cardenalicio, Joseph Ratzinger, a quien siguió el resto de purpurados del llamado orden episcopal: los italianos Angelo Sodano y Giovanni Battista Re, y el colombiano Alfonso López Trujillo.

Bajo los imponentes frescos pintados por Miguel Ángel hace 500 años, entre escenas de la creación del mundo y el Juicio Universal, los purpurados de los cinco continentes debatirán por tiempo indeterminado sobre el candidato idóneo. Las discusiones se harán en latín, lo que contribuirá a dar a la asamblea electiva una atmósfera alejada del mundo exterior.

También en latín se pronunció el juramento de silencio perpetuo sobre todo lo que se diga u ocurra en la reunión y cuyo incumplimiento implica la excomunión. Después, uno por uno desfiló ante el Evangelio colocado sobre un leccionario de oro y piedras preciosas en el centro de la capilla y juró personalmente: “Prometo, me obligo y juro. Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano”. Luego, el maestro de ceremonias del Vaticano, Piero Marini, pronunció el “extra omnes”. La puerta entonces se cerró.