Roma espera “otro hombre santo”

José Luis Sanz

El recuerdo de Karol Wojtyla enmarca las esperanzas de los católicos presentes en Roma, expectantes ante el nuevo papa. La mayoría, eso sí, prefiere que no sea italiano.

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La votación

 

El cónclave es la asamblea de los cardenales electores constituida para escoger al papa.

Según la última reforma del procedimiento de 1996, contenida en la Constitución Apostólica “Universi Dominici Gregis”, la fórmula de elección es el voto secreto.

Para que sea válida la elección del romano pontífice se requieren los dos tercios de los votos, calculados sobre la totalidad de los electores presentes. En este caso, de 115 cardenales presentes, se requieren al menos 77 para ser electo.

Se efectúan cuatro votaciones diarias, dos por la mañana y dos por la tarde. Después de tres días de escrutinios sin resultados positivos, las votaciones se suspenderán durante un día, y se reanudarán posteriormente con votación de siete días y uno de descanso.

Después de las votaciones de la mañana y la tarde, se quemarán las papeletas utilizadas en la elección, lo que dará lugar a las fumatas.

Si después de 33 votaciones no se ha llegado al consenso para elegir al papa, los cardenales podrán expresar por mayoría absoluta su parecer sobre el modo de actuar. Elegir o por mayoría absoluta o bien entre los dos nombres más votados.

Angélica, llegada a Roma con un amplio grupo desde el pequeño pueblo polaco de Andrespol, no puede evitar que una lágrima ruede por su mejilla. “El que venga tendrá que trabajar tan duro como él por el amor y la paz de todos”, concluye.

“Que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales para que elijan al mejor, pero espero que sea en parte como Juan Pablo II, que también dé a la Iglesia un nuevo dinamismo”, afirmaba Sergio Oliveira, un brasileño radicado en Francia, que ha viajado a Roma con su esposa y sus tres hijos decidido a esperar el fin del cónclave.

Win, otra estadounidense de vacaciones en Roma y curiosa de lo que sucedía ayer por la tarde en el Vaticano, no era tan benévola al mirar hacia atrás: “Sí, soy católica, y espero que llegue alguien no tan conservador como Juan Pablo II”.

Moda latina

Otra constante entre quienes estos días pasan o permanecen en la plaza de San Pedro es su simpatía por la opción latinoamericana. “He escuchado a muchos italianos que no quieren un papa italiano, sino alguien de fuera”, asegura Beatriz, una periodista romana que aplaude a la bandera de Honduras que pasean unos centroamericanos por el centro de la plaza. “Probablemente piensan, y así lo veo yo también, que los de América Latina son países alegres, que traerían otro espíritu al Vaticano.”

Óscar, un abogado cubano radicado en Miami que ha volado a Roma solo para esperar la fumata blanca, se suma: “Ojalá sea un latino. Me gusta mucho Maradiaga... aunque mi favorito es el de Bélgica, porque creo que la Iglesia tiene que cambiar de opinión sobre los contraceptivos”, dice.

Julia, italiana, consulta con la mirada a su novio y reafirma: “Ojalá sea extranjero, incluso latinoamericano. Llevábamos 400 años de papas italianos, el último no lo era, y ya ves lo bien que salió”.



Salvadoreños opinan sobre próximo papa

“Tendrá que ser él mismo”

Fernando Velasco tiene 31 años y lleva siete meses estudiando en Roma. Es sacerdote, santaneco y fasista, y ayer, a la salida de la misa “pro eligendo pontífice”, en la basílica de San Pedro, en el Vaticano, parecía rezar mientras hablaba del cónclave y sus vericuetos: “Solo estar aquí es de por sí una experiencia formativa para un sacerdote. Es sentir que estás respondiendo a la llamada a la oración que han hecho los cardenales, que esperan ser iluminados por el Espíritu Santo para decidir quién será el nuevo papa”, explica.

No se fía de las especulaciones de los periódicos. Las considera ajenas al “proceso real, interno” del cónclave. “Desde fuera es normal buscar figuras, pero te aseguro que entre los cardenales impera una visión única de responsabilidad. En esa sala hay más comunión que opción personal”, afirma.

A su lado, Javier Urías, también de Santa Ana, más joven y a pocos meses de terminar sus estudios de teología en Roma después de cinco años, se atreve a perfilar al nuevo papa, aunque sin salirse de los estrechos márgenes de la obediencia eclesial.

Cuando se interroga a un religioso por las quinielas vaticanas, suele ser esquivo:

“Quien llegue tendrá que colocarse en la continuidad de Juan pablo II, pero sin duda habrá de ser dinámico. Necesitamos a alguien joven, no necesariamente de edad, pero sí espiritualmente.” ¿Cómo Wojtyla? “No podrá ser una copia —aclara—, tendrá que ser él mismo, auténtico. No tendría sentido tratar de hacerlo encajar en la sotana de Juan Pablo II... al principio no le quedaría.”