El papa Juan Pablo II abandonó ayer el hospital donde estuvo 10 días ingresado debido a problemas respiratorios que recrudecieron los temores sobre su salud y el liderazgo de la Iglesia católica.

En su “papamóvil”, un vehículo diseñado con cristales antibalas, el Sumo Pontífice, de 84 años, saludó débilmente a los curiosos mientras se trasladaba del hospital Gemelli, en Roma, a la sede del Vaticano, escoltado por una unidad motorizada. Pacientes ingresados en el hospital, algunos en pijama y pantuflas, observaban desde los balcones del edificio y aplaudían al Papa.

“La laringitis aguda que había motivado el ingreso urgente del Sumo Pontífice está curada. Sigue de manera favorable la mejoría de las condiciones generales. En los últimos dos días, todos los exámenes clínicos, incluido un TAC, permiten excluir otras patologías”, comentó Joaquín Navarro Valls, portavoz del Vaticano.

El Papa, quien ya no puede caminar y padece un cuadro grave de artritis, se asomó el domingo a la ventana de su cuarto en el hospital, pero se veía muy débil y casi no pudo leer una breve bendición.

No está claro cuándo Juan Pablo II podrá retomar su trabajo y recibir nuevamente visitas. Fuentes no oficiales indicaron que tiene previsto presentarse el domingo para el rezo del ángelus en la plaza San Pedro.

Karol Wojtyla sufre de un Parkinson avanzado y de artrosis.