Inició la era Benedicto XVI
El nuevo Papa Benedicto XVI logró ayer conectar de manera efectiva con los fieles, que acabaron aclamándole cuando se paseó por la plaza de San Pedro en un “papamóvil” convertible. El resultado de la ceremonia puede resumirse en una palabra: éxito. |
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| Benedicto XVI se presentó ayer oficialmente al mundo y cumplió una vez más con el propósito de alejarse de la imagen unifacética que como Joseph Ratzinger había esculpido en 24 años de trabajo a la derecha de Juan Pablo II. Lo logró en buena medida, con una celebración sobria, un simpático paseo en “papamóvil” y una homilía contundente, rica en contenido teológico pero llena de frases de impacto. La ceremonia de entronización, llamada a ser solemne y ritual como pocas en la tradición cristiana, estuvo ayer llena de gestos de naturalidad, que los más escépticos no esperaban del pontífice alemán, pero que se están haciendo habituales estos días. Los cerca de 350 mil católicos presentes en las inmediaciones de la plaza de San Pedro le vieron reír, levantarse a saludar ante los aplausos en mitad de la homilía, sacudir el recién impuesto palio papal antes de explicar qué era y le oyeron dirigirse a ellos como “queridos amigos”. Ratzinger parece otro, está empeñado en parecerlo. Anunció como compromiso esencial de su pontificado “rescatar a la oveja descarriada”, la humanidad entera según dijo, pero también tuvo espacio para marcadas palabras de concordia, como un significativo saludo a los laicos, pese a que en los últimos años como cardenal protagonizó polémicas sobre la labor que estos tienen en la Iglesia, o incluso a los “no creyentes”. “Este es el verdadero Ratzinger”, afirmaba tras la ceremonia Gretel, una joven monja nicaragüense. “No podía esperar de él algo mejor que reconozca su debilidad y proclame que la fortaleza está en Dios.” Marina, una ucraniana que reside en Roma, coincidía con ella minutos después: “La gente ha hablado mucho, pero no tenemos que escuchar las opiniones, sino la palabra de Dios... y este nuevo Papa es evidente que tiene el don de proclamar la palabra”. A las 10:00 de la mañana, la plaza de San Pedro estaba llena, cientos se alineaban junto a las vallas de la Vía de la Conciliación a la espera del anunciado recorrido en “papamóvil” y las pantallas gigantes, que acompañan puntualmente las ceremonias vaticanas, mostraban a los 114 cardenales que acompañaron a Ratzinger en el cónclave caminando ritualmente en círculo alrededor del altar de la basílica, en absoluto recogimiento. Luego vendría el latín ceremonial. Oración en español En la celebración, una segunda lectura en español mitigó las quejas por su omisión el sábado ante los periodistas, cuando habló en cuatro idiomas pero no en el de Cervantes, y se vio al nuevo pontífice disfrutar ante el espectáculo de la marea de banderas de diferentes nacionalidades (incluidas una iraquí, otra de Samoa y las de una docena de países latinoamericanos), entre las que se imponían sin embargo el blanco de la organización Acción Católica Italiana y los rombos azules de la de Baviera. “Estamos muy orgullosos de él”, decía ayer Peter Brandl, vestido con el pintoresco traje típico de la pequeña localidad germana de Pentling. “Hemos venido unos 90, porque Ratzinger vivió en nuestro pueblo muchos años. ¿Que qué pienso de sus ideas? No sé... solo sé que estoy muy orgulloso, todos estamos muy orgullosos de que el Papa venga de Pentling. Por lo demás, no creo que los católicos vayamos a sufrir cambios dramáticos.” Con o sin cambios en el horizonte, Benedicto XVI se empieza a ganar un espacio en el corazón de los católicos romanos apoyado en sus constantes remembranzas de Juan Pablo II. Sus palabras de ayer a los jóvenes, de hecho, fueron una fiel y explícita repetición del mensaje original del papa polaco. Ratzinger no se despega de la estela de Wojtyla y refuerza su imagen de continuista. |