FAMILIA. Ingrid Stampa ayuda a Georg Ratzinger, quien también es sacerdote a ubicarse en la misa de entronización de su hermano el papa Benedicto XVI,

Reitera mensaje en homilía inaugural

Nuevo pontífice aboga por la unidad entre los cristianos

Ciudad del Vaticano/EFE
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El papado de Benedicto XVI deberá afrontar uno de los acercamientos que dejó pendientes Juan Pablo II: el diálogo con las Iglesias ortodoxas de Oriente, separada en 1054.


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Cardenal sugiere discurso social a nuevo Papa
El cardenal brasileño Claudio Hummes, arzobispo de Sao Paulo, sugirió al papa Benedicto XVI que aproveche la fiesta del 1.º de mayo, Día del Trabajo, para realizar un discurso con tono social.

Según informó el diario italiano “Corriere della Sera”, Hummes, de 70 años, apeló a la “sensibilidad” del nuevo pontífice hacia “los pobres de hoy y de ayer”, y subrayó la conveniencia de que Benedicto XVI se dirija por primera vez “a los trabajadores”.

El Vaticano no ha confirmado esta información. No obstante, como el 1.º de mayo es un domingo, el Papa podría salir a la ventana de sus dependencias y pronunciar un discurso tras la oración del ángelus, como hacía Juan Pablo II.

Hummes, a cargo de una de las diócesis más complicadas y grandes de América Latina, era considerado un papable de peso.

Benedicto XVI desveló los primeros trazos de lo que será su pontificado en el discurso que dirigió a los cardenales al día siguiente de su elección, cuando se comprometió a proseguir las líneas marcadas en el Concilio Vaticano II, a promover la unidad de los cristianos y a trabajar por la paz en el mundo.

Ayer, en la homilía de la misa de inicio de pontificado, reiteró la necesidad de que todos los seguidores de Cristo vuelvan a unirse e imploró a Dios que “no permita que se rompa la red”.

Oriente y Occidente se separaron con el cisma de 1054, con las excomuniones del papa León IX y del patriarca Miguel Celurario. Han pasado casi mil años de incomprensiones y recelos. Les separan razones teológicas, como el rechazo de los ortodoxos al primado de la Iglesia de Roma y la negativa de la infalibilidad del Papa.

Los ortodoxos no reconocen la validez de los sacramentos católicos, al contrario que la Iglesia católica que sí admite, desde el Vaticano II, los de la Iglesia ortodoxa.

Los ortodoxos culpan a Roma de proselitismo y de intentar expandirse en territorios hasta ahora bajo su control.

Visto que el primado de Pedro es uno de los escollos, el papa Juan Pablo II ya había dicho en varias ocasiones que estaba dispuesto a que teólogos y expertos discutieran ese tema para buscar una solución que sea aceptada por todos.

Aunque desde el Concilio Vaticano II se han dado importantes pasos en aras de la unidad, prelados vaticanos manifestaron su pesimismo y aseguraron que se vive una etapa de estancamiento.

Además de este punto, la Iglesia que pasa a dirigir Joseph Ratzinger tiene pendiente el tema de la colegialidad (gobierno común), es decir, la relación entre la curia y los episcopados nacionales.

En el último sínodo de obispos celebrado en 2001 en el Vaticano, fue uno de los puntos en los que los prelados pusieron más énfasis.

Numerosos prelados consideran que hay que potenciar el gobierno común de la Iglesia y aumentar las atribuciones de las conferencias episcopales, mientras que en la curia son muchos los que piensan que debe prevalecer el Gobierno central de la Iglesia.

En el texto final del sínodo se precisó que la Iglesia católica no puede ser entendida como una federación de iglesias locales, que la concepción individualista “está superada” y que el obispo no está nunca solo.